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Alberto Barranco

Lástima, Margarito

Colocado como el ariete de la “izquierda moderna” para sensibilizar a los grupos opositores a una reforma energética que le abra cauce a la participación privada en Petróleos Mexicanos, la sorpresa es que Cuauhtémoc Cárdenas le partió el eje a dos de las tres ruedas de la carreta

El hijo del presidente Lázaro Cárdenas, en cuyo mandato se nacionalizó la industria, le dijo no, de entrada, a la propuesta de permitir capital privado para la construcción y exploración de refinerías.

Más allá, cerró el paso al aval moral planteado para ceder a particulares la construcción y operación de ductos.

La tercera vertiente por la que se encamina la propuesta del presidente Felipe Calderón, como usted sabe, es la posibilidad de implantar una modalidad de “contratos de participación” que vuelvan atractiva para las empresas privadas nacionales y extranjeras la exploración y explotación de yacimientos en aguas profundas.

En este caso, aunque hasta hoy no hay un pronunciamiento formal y frontal del fundador del Partido de la Revolución Democrática, su tesis central, a contrapelo de lo que maneja el gobierno, es que Petróleos Mexicanos sí tiene recursos para salir adelante por sí mismo.

Lo curioso del caso es que la invitación que le hizo la Cámara de Diputados al ex Jefe de Gobierno de la ciudad de México para expresar sus puntos de vista en la materia, se hizo a sabiendas del revés en puerta.

Dos semanas antes, casualmente el cinco de febrero, día de la Constitución, Cárdenas había fijado su posición en una intervención titulada “Pemex tiene con qué salir adelante”.

El documento entra de lleno al asunto del transporte por ductos en su tercer párrafo, señalando que éste debe seguir siendo una función exclusiva del Estado.

“Sería absurdo, señalaba letra por letra, privatizar la red de ductos de Pemex con el argumento de que no existen restricciones para que los particulares puedan transportar petrolíferos en pipas por carreteras”.

La sugerencia, en tal caso, habla de crear una entidad que unitariamente maneje en forma integral la red, en un escenario en que actualmente cada una de las subsidiarias de la paraestatal maneja sus propios ductos.

En paralelo, lo urgente es que la empresa pública tenga los recursos para extender la red, darle mantenimiento adecuado y establecer procedimientos de control electrónico de sus flujos, tal como lo hace con los gasoductos.

Por la vía subterránea se transporta alrededor de 60% del total de los combustibles de Pemex y entre 30 y 35 por buques tanque o por ferrocarril, con la novedad de que el costo por tren es 18 veces mayor. Dicho con todos los números, el transporte de ductos cuesta cinco centavos por kilómetro y el de pipas 90.

En el caso de la refinación privada, Cárdenas señala, tajante, que debe mantenerse como exclusividad del Estado… tras denunciar que el callejón lo provocó una política antinacionalista de los gobiernos neoliberales.

La exposición de motivos señala que abrirse el ostión a intereses privados podría provocar que éstos demanden, presiones políticas y económicas al calce, que se les abastesca de petróleos ligeros, los más fáciles de refinar y sobre todo los más rentables, dejando al Estado los productos y las mezclas de más complejo y costoso tratamiento.

Sin embargo, el argumento antiprivatizador más sólido apunta a que Pemex sí tiene dinero. De hecho, la Secretaría de Hacienda al final del año pasado mantenía congelados fondos de la paraestatal, aprobados por el Congreso, por más de 322 mil millones de pesos.

De acuerdo a la denuncia, de mantener la dependencia su política, al final de este año se habrán retenido 129 mil millones más, lo que elevaría la cifra a 451 mil millones de pesos.

El escenario lo califica Cuauhtémoc Cárdenas como “un crimen económico, social y político”.

Según el cálculo de los expertos, el costo de una refinería alcanza entre 2 mil y 2 mil 500 millones de dólares, es decir 22 a 27 mil millones de pesos.

Habría, pues, recursos, con creces incluso para modernizar la flota petrolera, abrir nuevos ductos y darle mantenimiento a las instalaciones existentes.

Ahora que el ex gobernador de Michoacán insiste en que Petróleos Mexicanos puede multiplicar sus opciones de negocio si se le concede la anhelada autonomía de gestión, lo que implicaría separarla del presupuesto federal y liberarla del estrangulamiento a que la tiene sometida la Secretaría de Hacienda, que en la práctica le dice qué hacer y no hacer.

El tiro, pues, salió por la culata.

Balance general

La noticia es que Petróleos Mexicanos perdió al hilo los tres amparos que había colocado en la mesa para impugnar la Ley de Navegación y Comercio Marítimo, que entre otras cosas reserva a mexicanos con embarcaciones mexicanas las tareas de cabotaje, es decir transporte de carga al interior del país.

El ordenamiento, aprobado por el Congreso en la Legislatura pasada, había recogido a la letra el espíritu de la Ley de Navegación reformada en 1998 y 2000.

El eje de la provisión era justo la laxitud con que la empresa pública estaba operando el artículo 34 del instrumento jurídico, otorgándose permisos a navíos extranjeros con o sin bandera mexicana, según ello por no haber mexicanos disponibles “en igualdad de circunstancias”.

Se diría, pues, que Pemex se envolvió en la bandera… de los países del exterior, para defender la causa.

Péguenle al gordo

En su tenaz pelea por cerrarle el paso a la exigencia de Teléfonos de México de ingresar al triple play, es decir aprovechar su red para ofrecer servicios adicionales de vídeo, los cableros exhiben cifras de escándalo.

Mientras nuestras 200 empresas, juran, tuvieron ingresos de 900 millones de dólares en el 2006, las del grupo Carso de Carlos Slim, Telmex y Telcel en línea, alcanzaron 21 mil 299 millones de billetes verdes, es decir una proporción de 23.6 tantos.

Vamos, ni la mejor empresa del ramo le llegó a 1.5%. Córtenle las piernas, pues, para poder alcanzarlo.

Ombusman fiscal

Aunque en el papel el perdedor de la pelea por la imposición de un Procurador del Contribuyente que ganó finalmente el Senado en la Suprema Corte de Justicia es el ex presidente Vicente Fox, lo cierto es que la mano que movió los hilos es el ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz.

Tan evidente era el juego, que los ministros debieron doblarse al argumento simple de evitar que el ungido fuera juez y parte.

Será, pues, el Senado o en su caso la Comisión Permanente quien realice el nombramiento… de una terna planteada por el Ejecutivo.

Ahí la lleva

Pian pianito Telefónica Móviles, la filial en México de la Telefónica Española que encabeza, por cierto, el ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, alcanza ya una cartera de 12 mil millones 500 mil clientes, algo así como la sexta parte de Telcel.

El crecimiento, sin embargo, parece espectacular si consideramos que significa 46.6% a partir de diciembre de 2006.

Buena conducta

En lo que son peras o melones, hete aquí que tras el escándalo desatado al destape del envío de millones de cartas sin cobro de porte en uso de la franquicia correspondiente por parte de algunos senadores, otros le pidieron a la directora del Servicio Postal Mexicano, Purificación Carpinteiro, que avale que ellos no estaban en el ajo.

Una carta de buena conducta, pues.

Lo curioso del caso es que quien provocó que se destapara la coladera fue el senador priísta Carlos Jiménez Macías, al reclamar que no se le había hecho efectiva la prerrogativa en su intento de envío gratis de unos cuantos miles de cartitas.

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