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Un gran día

Addenda

Germán Froto y Madariaga

Tengo motivos para estar triste. Pero no voy a permitir que la tristeza me embargue. Por eso, desde ayer he estado escuchando el disco de Serrat y Sabina (Dos pájaros de un tiro) y de manera especial la canción del primero: “Hoy puede ser un gran día”.

Al igual que Elsa, la de la película “Elsa y Fredd”, en la que la misma canción se repetía una y otra vez: “Hoy puede ser un gran día… Y mañana también”.

Hay que darle rienda suelta a la experiencia y disfrutar de las cosas que aún tengo, para ello tengo memoria y amigos. Bares y charlas. Flores y lluvia. Unos ojos divinos de una mujer en los cuales reflejarme. Y una familia con la cual reunirme en el hogar.

No tenemos por qué dosificar los placeres… Si podemos mejor, debemos derrocharlos.

Esos placeres que poco a poco, uno a uno, van huyendo de nosotros y nos quedarán tan pocos, que andar escatimándolos no se me hace justo.

Por eso, hay que bailar sin orquesta y enviar flores, muchas flores que demuestren nuestros sentimientos.

Debemos estar conscientes de que cada día, es un día imposible de recuperar. Por eso no hay que escatimar, más bien derrochar, ahora que todavía hay tiempo.

Después, el cuidado de la salud y las limitaciones propias de la edad son muy aburridas.

Hay entonces que acumular recuerdos, bellos, hermosos, para recordarlos cuando sea propicio.

Sigo escuchando a Serrat y al pasado de Sabina. “No hago otra cosa que pensar en ti y para que se sepa, tomé papel y lápiz y escribí…”.

“Para la libertad, sangro, lucho pervivo, para la libertad”. Y desde luego: “Cantares”, esa canción insignia que escuché por primera vez en un disco cuando sólo tenía 18 años. Precisamente, en mi cumpleaños me lo regaló Manuel.

“Búscate otro perro que te ladre, princesa. No ves que ahora es demasiado tarde, princesa”.

“Yo no quiero un amor civilizado, con recibo y escena de sofá. Yo no quiero catorce de febrero y cumpleaños feliz… Yo no quiero mudarme de planeta, cortarme la coleta, brindar a su salud... Lo que yo quiero corazón cobarde, es que mueras por mí”.

“Porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren. Yo no quiero guardar para mañana, nunca supe llegar a fin de mes… Lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes, es que mueras por mí”.

Ahora cantan: “Tu nombre me sabe a hierba, de la que nace en el valle a golpe de sol y de agua. Tu nombre me lleva atado en el bies de tu enagua y en un pliegue de tu talle”.

Cuántos sueños, deseos y sensaciones hemos dejado prendidos de esa manera. En qué tantos lugares del mundo. Ilusiones que nacen un día y ese mismo día mueren.

Efímeras caricias de una simple mirada, a pesar de lo cual perviven ahí entre los recuerdos, que de vez en cuando nos vienen a visitar.

Y aquella preciosa de: “Señora”. “Yo soy ése por quién ahora os preguntáis por qué señora se marchitó vuestra fragancia. De nada sirvieron las mojas, ni los caprichos y lisonjas que tuvo a granel, señora. En su reloj sonó la hora de dejar vuestro hogar señora, en brazos de un desconocido…”.

“Recuerde antes de maldecidme, que tuvo usted la carne firme y un sueño en la piel, y un sueño en la piel, señora”.

Porque, “uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta… Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón… Son esas pequeñas cosas que nos hacen que, lloremos cuando nadie nos ve”.

Podríamos seguir bordando sobre las canciones de estos dos grandes.

“Me dejó un neceser con agravios, la miel en los labios y escarcha en el pelo… Así que se fue, me dejó el corazón en los huesos y yo de rodillas… Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a los bares de copas… Derrochando la bolsa y la vida la fui poco a poco dando por perdida”.

“Y tardé en aprender a olvidarla, diecinueve días y quinientas noches”.

“Siempre tuvo, la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”.

Todas vivencias de cada cual, pues detrás de cada canción hay toda una historia personal que la inspira, como a nosotros nos inspiran los recuerdos de tantos años andados por este mundo.

Así es la vida, nuestras vidas. Pero, este debe ser un gran día…Y mañana también.

“Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano”.

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