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Migración

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Es importante para todo país aplicar sus leyes migratorias y proteger sus fronteras”.

Bill Clinton

NUEVA YORK.- Poco importa las objeciones del presidente de México, Felipe Calderón, quien el pasado 14 de noviembre hizo “un llamado respetuoso, pero firme, a los precandidatos de los diversos partidos políticos en Estados Unidos para que dejen de tomar como rehenes temáticos de sus discursos y de sus estrategias a los mexicanos en ese país”. El hecho es que la inmigración, particularmente la de mexicanos, se ha convertido en un tema fundamental de la campaña a la Presidencia de los Estados Unidos.

“La gente esta frustrada acerca de la inmigración –dice el republicano Rudolf Giuliani en un anuncio de televisión—porque el Gobierno ha estado hablando de resolverla desde hace 20 o 25 años y sólo se ha empeorado. Lo que necesitamos aquí es liderazgo… Construye una reja. Entrena a la Patrulla Fronteriza. Ten un sistema de información en la frontera. Ten una tarjeta de identidad inmune a las falsificaciones. Y entonces, si te haces ciudadano, tienes que poder leer inglés, escribir inglés, hablar inglés y comprender los principios cívicos estadounidenses”.

“Podemos terminar con la inmigración ilegal. La tecnología existe para hacerlo, la gente existe para hacerlo. Ahora necesitamos el liderazgo y la voluntad política para hacerlo. Soy Rudy Giuliani y respaldo este mensaje”.

Giuliani se ha vuelto antiinmigrante porque ésa parece ser la exigencia hoy de los votantes estadounidenses. Cuando fue alcalde de la ciudad de Nueva York por el Partido Democrático —en vez de ser, como ahora, precandidato presidencial del Partido Republicano— Giuliani se preciaba de que su Gobierno recibía a los inmigrantes que en otros lugares eran rechazados. “Tú eres una de la personas que queremos en esta ciudad –decía, según una cita del New York Times—. Eres alguien a quien queremos proteger”.

No es inusitado, por supuesto, que un político cambie su discurso y su ideología según la conveniencia. Pero lo interesante es ver cómo muchos políticos se han adaptado al nuevo ánimo antiinmigrante que prevalece en la Unión Americana.

Hillary Clinton, la puntera entre los demócratas en la carrera por la Casa Blanca, pide hoy endurecer las fronteras y un cumplimiento estricto, pero justo de las leyes migratorias. Hillary votó como senadora a favor de construir el nuevo muro en la frontera con México y de contratar a más agentes para la Border Patrol. De hecho, es tal su nuevo antimexicanismo que se ha vuelto opositora al Tratado de Libre Comercio de América del Norte negociado por George Bush, padre, pero puesto a funcionar por su esposo Bill Clinton.

Mike Huckabee, quien se ha convertido en uno de los principales contendientes en el campo republicano, ha cambiado también radicalmente su posición sobre el tema de la migración. Antes era moderado; hoy ha asumido una línea dura. Tom Tancredo no ha cambiado de posición y ha basado en buena medida su campaña en la promesa de detener la inmigración ilegal.

¿Por qué han asumido los candidatos posiciones tan contrarias a la migración o a una reforma migratoria que legalice a los actuales indocumentados y que permita el ingreso de los trabajadores que requiere la economía? Porque un número muy importante de electores estadounidenses está en contra de estas políticas. Si bien las encuestas de opinión señalan que un número importante de estadounidenses favorece una reforma migratoria que incluya esa medida, los que se oponen tienen muchas más posibilidades de ejercer su voto sobre la base de este tema que por cualquier otro. Incluso los mexicanos nacionalizados estadounidenses, los que pueden votar, se muestran contrarios a una mayor apertura de las fronteras.

Es verdad que la experiencia nos dice que una cosa son las promesas de los candidatos en campaña y otra muy distinta las decisiones que deben tomar cuando ejercen el poder. En esto los políticos estadounidenses no son distintos a los mexicanos. Pero lo importante para México es entender que la migración se ha convertido en un tema crucial de la campaña presidencial en Estados Unidos y que el ánimo de los candidatos, como el de los electores, tiene a cerrar más la migración y no a abrirla.

Pocos políticos aquí parecen haberse enterado siquiera del “respetuoso llamado” del presidente mexicano Felipe Calderón para que los aspirantes a las candidaturas se abstengan de tomar como “rehenes temáticos” a los inmigrantes mexicanos. Si conocieran lo que dijo, seguramente lo denunciarían tanto como perredistas y priistas cuestionaron en 2006 las opiniones del español José María Aznar a favor de Calderón o los panistas el apoyo de Hugo Chávez a Andrés Manuel López Obrador. El hecho es que los estadounidenses están convencidos de que la migración es un asunto interno de su país en el que no puede haber intervención de un mandatario extranjero.

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Es un alivio estar fuera de México. Ni en Estados Unidos ni en Europa se vive ese bombardeo de mensajes de propaganda –el Senado trabaja para ti, los diputados sólo piensan en ti, la Comisión de Derechos Humanos está para servirte— que se ha vuelto inclemente en México. Nuestro país parece encaminarse cada vez más a los usos y costumbres de los países totalitarios.

Página de Internet: www.sergiosarmiento.com

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