Diciembre nos recibe con una mala noticia en el ámbito educacional: el sistema educativo mexicano está reprobado.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) vuelve a cuestionar duramente al sistema educativo nacional en lo referente a la formación de los jóvenes de 15 años y más, en el área de las ciencias, además de la lectura y las matemáticas, en donde ocupamos el último lugar de los 30 países que integran dicha organización.
En un examen aplicado a estudiantes de 57 países (la OCDE incluye a 27 países más que no son miembros numerarios), éste arrojó que cerca del 50% de los estudiantes de nuestro país no cuenta con los conocimientos mínimos y con las competencias para desenvolverse en un mundo de economía y conocimientos cada vez más complejo y globalizado.
Vale la pena acotar que el dominio de la lecto-escritura, las matemáticas y el conocimiento científico básico, son esenciales para poder competir en un ámbito de estándares internacionales en donde México se queda alarmantemente rezagado.
El informe que presenta la OCDE evidencia datos puntuales que deberán analizarse a profundidad y que nos involucran a todos. El sistema educativo como lo tenemos trabajando en la actualidad, no responde a las necesidades de formación interna que el país exige, mucho menos responderá a los indicadores internacionales con los que estamos siendo evaluados.
La prueba PISA aporta, en realidad, información que debe considerarse como valiosa porque señala las tendencias internacionales con las que podemos entender las causas y los elementos que intervienen en los deficientes resultados que obtenemos sobre todo en educación básica.
Entre los datos más relevantes que nos arroja esta última prueba PISA, se encuentran aquellos que señalan que durante el sexenio de Vicente Fox hubo un estancamiento de la calidad educativa, a pesar de que se dio un importante aumento en el gasto para el sector (eso nos reitera que, en educación gastar más nos es gastar mejor).
El caso es que seguimos en último lugar entre los 30 países de la OCDE y en el lugar 49 de los 57 participantes en la evaluación de 2006. En los seis años que incluye la prueba no sólo ocupamos tan deshonroso lugar sino que seguimos bajando en el puntaje de la calificación que nos ubica muy por debajo de la media. En términos de escolaridad: en ciencias, Finlandia nos lleva al menos cuatro años de formación de nuestros jóvenes.
Independientemente de los números, que además de contundentes son insoslayables, lo verdaderamente alarmante es que nuestros alumnos en la edad más fuerte de su formación no cuentan con los conocimientos suficientes en las ciencias, lectura (por demás básica), escritura (competencia casi en extinción) y en análisis lógico y matemático imprescindibles para la vida personal y profesional.
La OCDE nos califica (descalifica diría yo) con conocimientos “notoriamente insuficientes” en todas y cada una de las áreas mencionadas, por lo que me parece que debemos poner especial atención en las estrategias que habremos de implementar para atenuar los impactos que dichas deficiencias acarrean en nuestros muchachos.
Así como los resultados son evidentes y contundentes, así deberán ser las acciones que implementemos para solucionar tan grave rezago, entre ellas se sugieren las siguientes:
Reformar el sistema educativo nacional a partir del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica que signaron la SEP, los Gobiernos de los Estados y el SNTE. Tarea por demás difícil considerando que, hasta la fecha no se ha dado a conocer el Plan Nacional de Educación, por lo que pareciera que no tenemos rumbo oficial para el sector, además el sindicato y su lideresa no permiten que los acuerdos marchen adecuadamente, a menos que se les sigan otorgando las enormes y escandalosas prebendas que ahora disfrutan y que les otorga el Gobierno Federal.
Diseñar e implementar el Sistema de Formación Docente, que a nivel nacional es tan necesario, sobre todo cuando dicho sistema sea concebido más allá del carácter burocrático y credencialista que la formación de profesores y su validación económica tienen. Lo innegable es que los profesores en México no estamos debidamente formados y mucho menos preparados para enfrentar los retos que la globalización nos exige.
Promover un verdadero federalismo educativo que le permita a cada entidad federativa implementar las acciones contextualizadas que cada realidad en particular requiere.
Como puede observarse la tarea es titánica, por lo que invito a todos y cada uno de los involucrados (al fin que somos todos) en la educación de nuestros niños, a “ponernos las pilas” para lograr revertir la tendencia hacia los malos resultados.
Al Gobierno Federal y en especial a la Secretaría de Educación Pública, en la persona de su titular Josefina Vázquez Mota, les solicitamos encarecidamente que definamos el rumbo educativo que el país necesita y que aprovechemos los programas que ya existen para permitir una transformación definitiva, verbigracia el programa ENLACE, que compara los resultados obtenidos por los estados, los municipios y las escuelas y al que no le vemos una aplicación práctica inmediata.
A nivel de los estados y los municipios, me parece que las políticas gubernamentales no logran revertir los graves rezagos que cada entidad presenta de manera diferenciada y se contentan con presentar sendos programas educativos estatales que se quedan más en el plano declarativo que en el de la verdadera transformación del entorno educativo.
A los padres de familia les sugiero que vayamos más allá de la cobertura básica de las necesidades materiales de nuestros hijos y nos involucremos en su formación, promoviendo la lectura, exigiéndoles que escriban, ayudadándoles con tareas lógico–matemáticas, además de todos aquellos aspectos que impliquen actitudes y valores adecuados para su desarrollo.
Vamos entonces a tomar en cuenta estas evaluaciones internacionales; más para implicarnos en los cambios educativos que nuestro país necesita, que para “pasar” los exámenes como los de PISA–OCDE.
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