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Rumbo al centenario/Joaquín Serrano

Dr. Leonel Rodríguez R.

Otro de los personajes que mucho contribuyó al desarrollo industrial de Torreón fue don Joaquín Serrano a quien en dos ocasiones se le erigió un busto, el segundo durante la administración municipal del Lic. don Homero H. del Bosque Villarreal (1979-1981) y que fue colocado en la confluencia del bulevar Independencia y actual Calzada Abastos donde en una placa podíamos leer: “Avizoro el porvenir industrial de Torreón en 1898.

El nombre de don Joaquín Serrano Martínez está íntimamente ligado al de Torreón en su nacimiento y progreso, de tal manera que resulta imposible mencionar a éstos, sin recordarlo a él.

Nació el año de 1856 en la población de Logroño, España, siendo sus padres Benito Serrano y Venancia Martínez. En su tierra natal, menciona el señor José León Robles de la Torre, realizó estudios primarios así como otros de mecánica. Trabajó en talleres e industrias con gran dedicación logrando una verdadera carrera en la rama de la industria, conocimientos que le serían de suma utilidad años después.

Vino a América formando parte de un batallón en el ejército expedicionario español cuando la primera guerra de independencia de Cuba. Al terminar la guerra con el vencimiento de los insurgentes el joven Joaquín solicitó su retiro y viene a nuestro país a los veinticinco años, radicándose en la Ciudad de México el año de 1881 donde se dedica al comercio. Teniendo conocimiento del auge económico que hay en esta región, en 1885 viene a probar fortuna principiando a trabajar en el rancho de lo que hoy es el perímetro de Santa Teresa, siendo empleado, administrador, agricultor y arrendatario.

Abre luego nuevas tierras al cultivo: La Pinta y Covadonga. Su labor tenaz y de trabajo lo llevó a través de los años a cimentar su posición y adquiere los primeros elementos que le permitirían posteriormente desenvolver su capacidad como hombre de empresa.

Se radica definitivamente en Torreón al ser erigida en Villa en 1893 nombrando administradores en sus haciendas y con don Andrés Eppen, Amador Cárdenas y Adolfo Aymes, formó parte de la primera Junta de Mejoras Materiales que tuvo la población. Fue un hombre de gran actividad y espíritu de empresa. Colaboró eficazmente en la instalación de la Compañía de Luz Eléctrica en febrero de 1891; fundó en sociedad anónima la Cía. Industrial de Hilados y Tejidos “La Fe” el 24 de marzo de 1898 con un capital de seiscientos mil pesos suscritos en forma de acciones de cien pesos cada una. Sus socios fueron el Lic. Práxedis de la Peña, José Crespo y el Ing. José Farjas. Fue fundador de la Fábrica de Aceites y Jabones “La Unión”; organizó la compañía de tranvías urbanos; cooperó eficazmente en la fundación de la Metalúrgica con un capital de un millón de pesos, empresa que llegó a ser y es hasta nuestros días la mayor empresa regional. Fincó edificios, fraccionó y urbanizó al oriente de la Calzada Colón. Mandó construir los edificios del hotel Iberia y Francia y otros más que conservó en propiedad por varios años. Donó los terrenos para la construcción de la Alameda Zaragoza y mandó traer del Valle de Allende los fresnos que se plantaron en ella. Fue de los fundadores de la Sociedad de Beneficencia Española, hoy Sanatorio Español y varias veces su presidente. Fue filántropo y de espíritu noblemente abierto al bien; contribuyó a cuanta obra generosa se le solicitó cooperación. Sin distinción ayudó a sus compatriotas y a mexicanos que lo demandaban y era notorio su desprendimiento cuando se trataba de obras benéficas.

Efectuó varios viajes a España, sin embargo sus negocios continuaban en marcha próspera gracias a sus administradores y la personalidad del señor Serrano estaba en la culminación de su prestigio. Sobrevino la revolución y principiaron los quebrantos en su fortuna, que tuvieron su más aguda manifestación cuando por orden de Francisco Villa fueron expulsados todos los españoles que radicaban en la Comarca Lagunera y desde el extranjero, para solventar sus compromisos, vendió la mayor parte de sus bienes.

Decaído física y moralmente, pero todavía con espíritu de lucha, reanudó sus actividades agrícolas al regresar al país el año de 1917. De su cuantiosa fortuna sólo quedaban residuos, pero con ellos y su optimismo reanuda la lucha. El último negocio que emprendió don Joaquín, ya anciano y enfermo, fue un pequeño rancho que abrió al cultivo en un lugar llamado “Terrizas” entre Torreón y Gómez Palacio y sobre la margen izquierda del río Nazas.

Enfermó gravemente debido a un cáncer y hubo necesidad de amputarle una pierna, operación que se efectuó en el Sanatorio de la Beneficencia Española y como el mal no se detenía, miembros de la familia deciden trasladarlo a El Paso, Texas. En esa población falleció el 14 de junio de 1921 a la edad de 65 años; su cadáver debidamente preparado se condujo a esta ciudad y sus restos reposan en el Panteón Municipal.

La administración municipal de don Nazario Ortiz Garza le hizo levantar un sencillo monumento en el crucero de la Calzada Colón y avenida Matamoros, una columna sobre la que se asienta el busto del gran español, obra del escultor Fernando Torriello, monumento que posteriormente fue trasladado a la Alameda Zaragoza, sin embargo a través del tiempo fue deteriorándose hasta desaparecer. Seis décadas después se erige un nuevo busto en bronce en su memoria el cual se colocó por el bulevar Independencia, rumbo a la Ciudad Industrial, mismo que un día, de hace varios años fue retirado por modificaciones en dicho bulevar. Una calle de la colonia Los Ángeles lleva su nombre

Y para finalizar con esta reseña histórica dedicada a don Joaquín Serrano preguntaríamos: ¿Y dónde quedó el busto dedicado a este emprendedor industrial?

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