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A la ciudadanía

Magdalena Biones Navarro

Agradezco la colaboración para la historia de la zona conocida como Cañón de Jimulco, hoy Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, que ahora se publica.

Historia de la zona conocida como Cañón de Jimulco, hoy.

“LA MUY ANTIGUA HACIENDA DE JUMULCO Y SUS POSTERIORES Y VALIOSAS ANEXAS”

Dr. Ignacio Orona Castillo

La historia de la Comarca Lagunera señala que el misionero jesuita Fray Agustín de Espinosa, fue fundador en 1592 de Santa María de las Parras y del Colegio de Jesuitas. Del mismo lugar fueron posesiones las Haciendas de Santa Ana de los Hornos y Jimulco, donde existió desde la época colonial el fundo minero del Alférez (que de acuerdo al diccionario Larousse, alférez significa cierto cargo municipal en los pueblos de indios), que estuvo en jurisdicción de dicha hacienda y daba salida a sus metales por medio de carretas, hasta la normalización del tráfico ferroviario (1884) por la que se llamó Estación de Ferrocarriles Otto. La explotación del mineral y el beneficio de sus metales se hacía en un lugar cercano denominado El Realito, donde había construida una capilla y los ornamentos sagrados, donación de los mineros, eran famosos por su riqueza.

Con la expulsión de los jesuitas en 1787 y confiscación de los bienes que poseían; los bienes de Parras, Hornos y Jimulco quedaron a cargo primeramente de don José Flandes y más tarde bajo el cuidado del Subdelegado de la Real Hacienda, don Andrés de la Viesca y Torres, quien los administró hasta el año de su muerte en 1799. Perdieron poco a poco importancia y valor la Hacienda de Jimulco y su mineral del Alférez y ya en la época de la Independencia, fueron abandonados temporalmente.

Desde 1760 las tierras de la Real Hacienda de Jimulco pertenecieron a Don David Winfield, quien las vendió a Juan Gaidor; los cultivos de entonces eran pobres y se hacían sólo con agua del manantial.

Jimulco en el siglo XIX y XX

En esta región, el actor principal de su desarrollo a principios de siglo XX fue el señor Amador Cárdenas Ramón, quien de acuerdo a testimonios de viejos habitantes de esta región, nació en lo que hoy se conoce como la ciudad de Monclava, antigua capital del estado de Coahuila, localizada en la parte centro-sur de dicho estado el día 15 de noviembre de 1836.

Este personaje llegó de 16 años a los minerales de San Juan de Guadalupe Durango, ubicados aguas arriba de la zona del río Aguanaval, aproximadamente en el año 1852, donde se hallaba trabajando en la actividad mineral uno de sus hermanos, con la finalidad de dedicarse al fleteo de metales, pues poseía entonces tres carretones tirados por mulas.

Para entonces existía ya en la región de Jimulco la Hacienda del mismo nombre, cuyo dueño fue el señor Don Juan Gaidor, quien la había adquirido de Don David Winfield. En esa época los cultivos eran muy pobres en el orden agrícola y se hacían solamente con aguas de manantial. Por el lado del estado de Durango, la propiedad comprendía tierras del ejido Sombreretillo. La Flor, Zaragoza, San José y San Antonio y por el lado de Coahuila comprendía desde Sombreretillo (por Coahuila) hasta el ejido Juan Eugenio y el cañón de Picardías.

El nueve de enero de 1865 contrajo matrimonio en San Miguel del Mezquital, hoy Miguel Auza, Zacatecas con la Señorita María del Refugio Breceda Guzmán, hija del coronel Gervasio Breceda. Estableció su domicilio en San Juan de Guadalupe, Durango y de este matrimonio nacieron 15 hijos de los cuales sólo sobrevivieron ocho.

Durante años, Amador Cárdenas vivió en San Juan de Guadalupe y después de casado compró la Hacienda de la Cabeza, que posteriormente vendería a un señor de apellido Ávila. Emigró a Cuencamé, buscando mejor propiedad para adquirir; no se decidió a comprar Sombreretillo de Campa, ubicado por la carretera a Cuencamé y decidió ubicarse en la Hacienda de Jimulco, a donde llegó a trabajar con Don Juan Gaidor. (Orona, 1993).

En 1876, Don Gervasio Breceda fue victimado en El Ojito cerca de Sombreretillo por Jacinto de la Cruz. Posteriormente, la acordada de Amador Cárdenas, yerno de Don Gervasio vengó su muerte al fusilarlo en el arroyo El Tigre (Entre lo que es Jalisco y La Trinidad).

A mediados de 1880 nació en esta hacienda su hijo menor, Juan Eugenio Cárdenas y debido a que había buena relación con Don Juan Gaidor le pidió muy amablemente a éste que se lo bautizara. Reafirmando con este acontecimiento la amistad y confianza entre ellos, al morir Juan Gaidor dejó sus propiedades al pequeño ahijado Juan Eugenio; fue así como aquellas tierras pasaron a propiedad de Amador Cárdenas. A la fecha, el dueño original se encuentra sepultado en la ex hacienda de Jimulco (Ximulquillo), ubicada en las faldas de la sierra de Jimulco.

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