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Hora cero| Escuchando a Sartori...

Roberto Orozco Melo

Giovanni Sartori es un intelectual italiano carismático, dueño de amplios y profundos conocimientos sobre la ciencia política, además de una perspicaz socarronería, esa habilidad de la inteligencia que critica a los políticos con verdades certeras y ácidas, pero envueltas en buen humor y astucia; lo cual no les ofende, pero los puede poner a pensar, si supieran hacerlo.

Sartori estuvo en la capital de la República Mexicana para recibir el Doctorado Honoris Causa, a él discernido por la Universidad Nacional Autónoma de México en reconocimiento a su orientadora aportación a la ciencia política en casi todos los países del mundo; esto hace que sea un Señor respetado y respetable hasta por los mismos políticos mexicanos, lo cual ya es mucho decir.

Con este motivo el periódico capitalino “El Universal” convocó a un coloquio en la Torre de la Rectoría de nuestra máxima casa de estudios y allí mismo dejó marcada su impronta el maestro Sartori. Lo que dijo modestamente, con voz pausada y en tono menor, constituye una lección en tono mayor para los actuales políticos mexicanos cuya arrogancia y superficialidad los conduce a vanidosamente a bautizar con su nombre a una nueva reforma de Estado como la grande hecha en 1857 por el liberalismo mexicano o igual que la reforma constitucional hecha a la talla de los constituyentes de 1917.

Cito la nota de Andrea Merlos, cronista: “A pregunta de expresa de Merino (Mauricio) sobre las posibilidades reales de concretar una reforma de Estado en México con base en la llamada “ley Beltrones” Sartori explicó que las constituciones que son base de los sistemas de Gobierno en todo el mundo fueron hechas por expertos, contrario a lo que sucede en estos días, en que los legisladores pretenden erigirse como redactores de las leyes fundamentales de la sociedad. (¡pácatelas!)

“Tradicionalmente las constituciones han sido elaboradas por expertos, luego van al Parlamento para que se aprueben y se obtenga una buena Constitución, tal como la mexicana de 1917, que era básicamente una buena Constitución. Ahora los legisladores quieren hacer ellos mismos las constituciones, eventualmente con cierta ayuda, aunque tienen los objetivos en mente, pero también tienen (otras) grandes cosas en la mente como bienestar, salud y riqueza.

“Así las constituciones recientes han sido, en Latinoamérica, bastante terribles. Un buen caso es la Constitución de Brasil, elaborada bajo Lula da Silva, quien ha sido acusado hasta de soborno y si uno analiza su Constitución se observa que está obligado a conseguir dinero para tener una mayoría. Con base en esta teoría Sartori se confesó preocupado por lo que sucede en México y por el rumbo que pueda tomar la constante alteración de la Carta Magna, en medio de la pugna por el poder y por la victoria electoral”.

Sigo en “El Universal” con la nota informativa de Andrea Merlos: “Sartori sostuvo que la democracia en México no es sinónimo de igualdad ni de equidad. De ahí que la sociedad y los jóvenes principalmente, no crean más en los políticos, en la clase política y en las decisiones políticas: ‘Evidentemente escasean los buenos políticos y no podemos esperar milagros, Así que si un chivo es chivo seguirá siendo chivo; (….) la idea es que en las elecciones no debe haber una presión relacionada con el valor, es decir que realmente se debe seleccionar y no sólo contar votos’.

“Si examina todos los estudios electorales no hay uno solo que diga qué hay con hacer una buena selección. La vieja disputa sobre una representación igualitaria y equitativa ha desaparecido; y si no hay esa preocupación no hay nada”.

Sartori también se pronunció por la reelección de legisladores en México con el único objetivo de evitar que el poder político se convierta en un modo de vida y se pierda el sentido del servicio.

Sobre esto, el columnista considera que la vocación política por el servicio mismo ya desapareció. Hoy los senadores cumplen el periodo al que fueron electos y se postulan para diputados. Y viceversa. Y más aún: buscan chambas en los gobiernos estatales y en las presidencias municipales desplazan a ciudadanos conocedores. Igual compiten contra verdaderos profesionales en los diversos organismos ciudadanos, pródigos en cargos y en buenos salarios.

La información sobre el coloquio de Sartori con los editorialistas Juan Francisco Escobedo y Mauricio Merino guarda miga para más comentarios. A este columnista sólo le queda espacio, por ahora, para formular un buen deseo: que el senador Beltrones olvide su proyecto de reforma de Estado y ponga su idea, sólo su idea, en manos conocedores y expertas al tiempo en que se aplique a resolver las múltiples broncas que enfrenta a diario con los senadores y diputados del PRD...

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