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Banderas al Viento| La democracia mexicana

Vicente Oria Razo

La obra mayor de los mexicanos en los últimos tiempos es la orientada a desarrollar la democracia política nacional. Durante los pasados años hemos avanzado rápidamente en nuestro sistema electoral democrático. Sin embargo tenemos que perfeccionar esta democracia de acuerdo con los ideales y las aspiraciones históricas del pueblo mexicano.

Todos los mexicanos estamos de acuerdo en que el país se desarrolle por la vía democrática; pero con libertad y justicia social. En nuestra Constitución Política están definidos claramente los perfiles de nuestra democracia.

La consideramos no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino además como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.

De acuerdo con el artículo 39 de nuestra Constitución, la idea y la práctica de la soberanía nacional reside original y esencialmente en el pueblo. En ese precepto se establece que todo el poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste y es el pueblo quien tiene en todo tiempo el inalienable derecho de darse las formas de Gobierno que mejor respondan a sus intereses.

Crear y desarrollar en nuestro país un régimen de libertades democráticas es un viejo, renovado y permanente ideal de los mexicanos. Desde que México nació a la vida independiente, nuestro pueblo persigue como objetivo democratizar a la nación para resguardar las libertades individuales y las garantías sociales y para enaltecer la dignidad humana.

Es eminentemente progresista la lucha por la democracia, por la libertad, por la dignidad humana y la justicia social. Esos objetivos son los que identifican a una gran corriente humana, diversa y plural; pero con claros propósitos de emancipación de toda opresión intolerante o de sentido oligárquico. En la democracia está nuestro destino y en la libertad y la equidad social está el camino.

Existen evidentemente grandes acuerdos nacionales. Las fuerzas políticas del país concurren con sus esfuerzos en el propósito de desarrollar la democracia. Pero en su gran mayoría reprueban los actos golpistas y el desorden anarquista en la política, en la vida social y en la economía. No es aceptable la libertad sin un orden jurídico que propicie la ordenada convivencia social.

Los mexicanos aspiramos a desarrollar una vida democrática en donde sean respetados los derechos de todos; en donde el libertinaje, la desorganización y la anarquía se sustituyan por el ejercicio pleno de las libertades consagradas en nuestras leyes.

Reclamamos una democracia donde la voluntad de la mayoría de la población y se promueva el enaltecimiento de las formas de vida de la población. Luchamos por una democracia integral: política, económica y social regida por el imperio de la Ley.

Los opositores de profesión, titulados o de oficio, como los provocadores al servicio de intereses oscuros, desde diversas trincheras predican en favor de la violencia y de los métodos ilegales. Alientan todo lo que conduzca a la anarquía. Desde sus posiciones anarquizantes se empeñan en derrotar la lucha que se realiza por los cauces democráticos.

Hoy es más necesario que nunca reducir los espacios de la confusión. Para consolidar la paz interior del país debe llevarse a todas partes la lucha de las grandes mayorías de la población para darle mayor vigencia a nuestras libertades democráticas dentro de la legalidad constitucional.

Para que la nación desarrolle una democracia auténtica y moderna es necesario que se respete nuestro orden jurídico. La democracia sirve para evitar que impere la Ley de la selva y para cancelar las acciones anarquistas en la economía, la política y la vida social.

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