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Vibremos positivo

El tsunami emocional

DAMARIS GONZALO.-

No puedo prometerte milagros, pero sí respuestas. Nadie escapa al tsunami emocional, ni los mentales, ni los 1 en el eneagrama, ni nadie que entre en la categoría ser humano. Todo el mundo ha vivido un tsunami emocional. El confinamiento, una pérdida, un despido, un corazón roto, una traición o una emboscada… ¿Os suena verdad? … Todos hemos sido víctimas en algún momento o quizá lo estemos siendo ahora mismo. El tsunami llega y arrasa con todo. No nos queda lógica, ni claridad, ni pensamientos positivos (tan de moda), ni frases esperanzadoras que nos suenan a mentira y vacío. No vemos lo bueno, ni lo que va a venir, tan solo vemos la emoción, y suele, claro está, ser una emoción negativa, tan grande y abrumadora que acaba con el resto de nuestro ser.

No quiero ser dramática (aunque me encanta el drama), sin embargo, lo describo como es. Abrumador, abrasador, desconcertante, hiriente y bloqueador. Cuando estás en pleno tsunami, tu cerebro reptiliano se ha puesto en alerta. Tu cerebro límbico te lanza una cascada de emociones, te avisa de que algo no está bien. Hay una señal del exterior que ha activado tu sistema de seguridad interno. Se ha disparado el resorte que te indica peligro, que aquí no estás bien, que has salido de tu bienamada zona de seguridad.

Así somos, al fin y al cabo, las reacciones biológicas son básicas. Lo complejo está en nosotros. En cómo las interpretamos, en cómo les abrimos paso a la situación actual que vivimos. Probablemente, cuando grabamos ese proceso neuronal que nos provoca la emoción o el tsunami, éramos niños, y no teníamos los recursos suficientes para procesar lo que estaba ocurriendo de otra forma a como lo hicimos. Y si lo procesamos con dolor, o lo asociamos a una emoción negativa, entonces ya hemos abonado el terreno del disparador, y cualquier situación similar a la que hayamos vivido nos llevará a ese dolor, a esa emoción.

Aquí tenemos dos opciones. La fácil y la difícil. La de los valientes o la de los conformistas. Empecemos por los conformistas. No tengo tiempo, bah tampoco es tan grave, ya pasará, tengo que pasar página… y está bien, siempre y cuando se acepte que el tsunami volverá, y volveremos a estar en el mismo lugar: tristes, sobrecogidos, angustiados o superados. Y la situación, adquiera la forma que adquiera, ten por seguro que se repetirá. Y se volverá a repetir infinitas veces y tú volverás a tener en tus manos la oportunidad de vivirla de una forma distinta. Y sí, la experiencia te da recursos y te da perspectiva, pero en muchas ocasiones, no impide que te quite el sueño. Así pasa la vida y los años, y si algún día decides hacerte esa pregunta… ¿Qué me pasa? ¿Por qué he llegado hasta aquí? ¿Dónde estoy y hacia dónde voy? Te sorprenderás a ti mismo lamentando por qué no te habías ocupado de tus temas cuando en realidad sí podías y debías hacerlo, para encontrarte ahora en un lugar mejor y con sentido. Es el resultado del bloqueo, del no mirar y de negar, de no querer afrontar tus errores, tus creencias limitantes y tus heridas.

Vamos con los valientes. Y digo valientes porque se requiere valentía, constancia y perseverancia. Afrontar significa primero afrontar lo tuyo, y no es fácil. Quien os diga lo contrario, miente. En pleno tsunami decidir afrontar es señal de no conformismo, de resiliencia, de querer y creer que existe una forma distinta. Te adentras en tu abismo, en aquello que no has querido mirar, incluso en aquello que no conoces, y que no sabes que está ahí, o que te impactó de esta forma. La toma de conciencia es el primer paso para la comprensión profunda. Y solo tomarás conciencia si conoces que hay en ti y para qué reacciona de esta forma. Aprendes a ver y mirar desde un lugar distinto, entiendes, das luz a las sombras que te han acompañado. Eso es lo que permite rebajar la intensidad del tsunami y emprender acciones. Hay una frase ampliamente utilizada en coaching, que reza así: confía en el proceso. Y es de esta manera, se debe confiar y tener fe. Creer en qué puedes lograr algo mejor, porque al final el problema y la solución están en ti. Y tú eres tu máximo conocedor de ti mismo, tu mayor amigo y tu más poderoso enemigo.

No podemos controlar muchas de las cosas que nos suceden, pero si podemos elegir las respuestas que les damos a todas esas cosas, y aprender en el proceso, para que la próxima vez, las trascendamos, las superemos de forma menos traumática, menos dolorosa y más empoderada hacia nosotros mismos.

Acabo con una frase de nuestro querido C.G Jung: "Solo aquellos árboles cuyas raíces han tocado el infierno pueden crecer hasta el cielo". Así que está en tus manos.

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