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Las palabras tienen la palabra

Cuando le abran los asteriscos

JUAN RECAREDO.-

Todos estamos expuestos a cometer errores y más cuando se trata del uso del lenguaje. Así es, el riesgo de meter la pata existe de manera constante, pero para que no nos pase tan seguido y que, de perdido, nos demos cuenta de que "la regamos", lo recomendable es conocerlo bien… al lenguaje, me refiero.

No le voy a decir nombres porque ¿para qué? Si ya sabrá usted de quién se trata: Hablando frente al público y ante las cámaras, una funcionaria pública quiso citar el discurso de otra persona, y entonces dijo: "abro asteriscos", en lugar de decir "abro comillas", que son los signos utilizados para tal efecto. Sí, es un error garrafal, porque las comillas no se abren ni se cierran, a menos de que se trate de un horrendo albur que no le puedo yo explicar en este momento. Mejor le hubiera ido si nada más dijera: "cito a tal persona" y listo.

Ni modo, la pata ya se metió. Así sucede en los medios televisivos y mucho también en el medio periodístico, en donde el "meter las cuatro" es cosa de todos los días porque la noticia muchas veces se hace de carrera, contra el tiempo y sin oportunidad de detenerse a revisar muy minuciosamente lo que se escribió.

Hay un periodista que daba la noticia de cinco colegas suyos que "fueron procesados por lujurias y calumnias" confundiendo las injurias que son declaraciones ofensivas e insultantes con la lujuria que es la tendencia exagerada y viciosa hacia la actividad sexual. En este caso, el autor de la nota confundió una palabra con otra, pero también hay con frecuencia errores de sintaxis, es decir, aquellos que al construir una frase de una manera defectuosa, se da una idea muy diferente de la que se quiso dar.

"Con setenta años y cuatro nietos intenta cruzar el Canal de la Mancha" es una nota que apareció alguna vez en un periódico europeo y se pasa uno un buen rato preguntándose como le hizo el anciano nadador para convencer a los cuatro nietos de que lo acompañaran en aquella extraordinaria y tan arriesgada aventura.

Estos dislates de los periodistas lujuriosos y de los nietos nadadores, están consignados en un libro que dedica la española Belén García Redondo a recopilar "errores y descuidos de origen lingüístico que hacen de la lengua una ciencia viva". Ahí mismo se cita a otro español, Evaristo Acevedo, quien en su libro El Despiste Nacional recoge gran cantidad de desbarradas periodísticas como la que publicó cierto diario ibérico diciendo que: "Procedente de Nueva York ha llegado el célebre pianista Andrés Segovia a Madrid para dar una serie de conciertos en nuestro país".

La noticia debe haber causado gran revuelo en su tiempo pues muchísima gente querría ver a Segovia dando un concierto de piano sabiendo que la especialidad del gran maestro siempre fue la guitarra. La atracción sería tal vez como ver a Beethoven tocando la trompeta o a Maurice Ravel pegándole duro a las tumbas y al bongó.

No es que uno se quiera reír de la desgracia ajena, pero es imposible no hacerlo cuando te encuentras con notas como ésta que un día apareció en un diario de Alemania, narrando lo que sucedió en una pelea de box en la que uno de los combatientes perdió la vida. Decía: "Lambert cayó desvanecido al tercer round de su pelea con Kloesges, muriendo en el acto. El combate fue inmediatamente suspendido por el árbitro de la contienda."

Claro, sería muy difícil seguir la pelea después de que uno de ellos se murió.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios.

[email protected] Twitter: @donjuanrecaredo

ME PREGUNTA Eduardo García: Quisiera que me comentara cómo se escriben los números del 10 al 20 porque tenemos una duda. Gracias.

LE RESPONDO: Me imagino que la duda es acerca de cómo se escriben por ejemplo: dieciséis o diez y seis, diecisiete o diez y siete, etc. Mire: los números se escriben en una sola palabra hasta el treinta: dieciséis, diecisiete, veinticinco, etc. Del treinta y uno en adelante se escriben separados por palabras: treinta y uno, treinta y dos, etc.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: De vicios, cenas y penas, están las sepulturas llenas.

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