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Liberales y conservadores

AMADOR NARCIA

Como en los viejos tiempos, el Zócalo lució el miércoles a reventar. Miles llenaron la Plaza de la Constitución como no ocurría desde hace años, para celebrar el tercer aniversario del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

El acarreo de gente comenzó desde muy temprano por la mañana. Cientos de camiones llegaron al centro, antes de las 7 am. Oriundos de varios estados madrugaron para ganar los asientos más cercanos al lugar, donde el presidente dirigiría un mensaje, a las cinco de la tarde.

Desde el Senado de la República se esparcía hace días la versión de que Ricardo Monreal, el líder de la mayoría morenista, no asistiría al evento para no presenciar el "destape" de la Dra. S. ni sufrir la rechifla de sus simpatizantes. Martes y miércoles el secretario de Gobernación se hizo presente en el Senado, oficialmente para invitar a Monreal de parte del mismo presidente y acompañar al inicio de su comparecencia a la señora Victoria Gutiérrez Ceja, propuesta para gobernar el Banco de México, y supuestamente para negociar con él su asistencia a cambio de que no hubiera repudio en su contra y que tampoco pagara con la misma moneda a la Jefa de Gobierno, pues ya se vio en las pasadas elecciones que no está manco en la capital del país.

Monreal acabó por no asistir a la celebración, con el argumento de sacar adelante el nombramiento de quien será la nueva gobernadora de Banxico.

No se arriesgó a ser víctima de un tongo y habría logrado que no ocurriera el especulado "destape" a cambio de mantenerse leal a las necesidades presidenciales.

No faltó quien fantaseó diciendo que Monreal logró tumbarle su momento de gloria a la doctora, que hubo una negociación para que no se precipitaran los tiempos y que por eso el ciudadano decidió esperar. Demasiada crema a sus tacos.

Fuera de esta grilla, el mensaje del presidente no incluyó anuncios espectaculares y tampoco nada que desconociéramos, nada que no le hayamos escuchado antes en la Mañanera. Sin embargo, vale la pena recordar la concepción que tiene del país y del momento que vivimos y que, según él, viviremos:

"Lo más importante es que ya sentamos las bases para la transformación del país (…) en tres años ha cambiado como nunca la mentalidad del pueblo, que es lo más importante de todo: la revolución de las conciencias, el cambio de mentalidad, eso es lo más cercano a lo esencial, a lo mero principal y eso es lo más cercano a lo irreversible. Pueden darle marcha atrás a lo material pero no van a poder cambiar la conciencia que ha tomado el pueblo de México".

Ese es el legado de Andrés Manuel López Obrador: el cambio de régimen y el cambio de manera de pensar de los más pobres, que hoy están empoderados. Difícilmente volveremos a ver los abusos de antes. Y si llegan a ocurrir, aún con uno de los suyos en el poder, vendrá la descalificación y la condena desde "La Chingada".

Si es que realmente se va y no se deja "convencer" por el pueblo bueno.

Monitor republicano. Lo que fue inevitable ver, a través de la transmisión oficial de televisión, fue el "güiri güiri", el comadreo que se traían algunos de quienes acompañaban al presidente en el templete.

Sin diferencia de cercanía o rango, varias veces fueron captados en el chacoteo, como si no fuera su jefe máximo el que se dirigiera a la nación.

Por momentos, algunos y algunas estaban en plena carcajada como si la Cuarta Transformación que tanto anima y emociona al presidente fuera motivo de risa, de chunga, de burla o de desprecio.

Si eso es lo que realmente piensan, por lo menos deberían de moderarse en público. Un poquito de vergüenza y de pudor.

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