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'Nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena'

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Santa Bárbara, protectora de las tormentas y de los rayos y centellas. Me pregunto si servirá de algo encomendarnos a ella para que nos proteja de los cambios que ocurrirán en nuestro planeta debidos al calentamiento global, creo que no estaría de más hacerlo. Lo que me queda claro, es que dados los débiles e insuficientes acuerdos de la COP26, más que nunca nos viene como anillo al dedo, la frase de "piensa globalmente, actúa localmente. Debemos estar atentos de la variabilidad climática a nivel global y de los esfuerzos que se consigan en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y sumar a esto último lo que cada uno de nosotros podamos hacer. Existen razones regionales para actuar localmente: las emisiones de gases de todas las regiones del planeta trastornan al efecto de invernadero en el mismo nivel, pero además las emisiones locales afectan localmente al efecto de invernadero, significa que además de estar expuestos al calentamiento global, localmente tendremos una elevación de temperatura que ocasionará problemas regionales.

El IPCC en su sexto informe distingue a las regiones emisoras de gases de efecto invernadero, de aquellas que no lo son. Nuestra región es con creces una región emisora, en la que se generan grandes cantidades de los principales gases que están aumentando la temperatura: dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. México firmó el acuerdo en el que más de 100 naciones se comprometieron a disminuir las emisiones de metano y seguramente en 2022 actualizará sus emisiones y presentará un plan ambicioso para reducirlas hasta en un 45%. Pero no tenemos que esperar a que esto ocurra. En nuestra región la emisión de dióxido de carbono ocurre por el alto consumo de combustibles, principalmente en transporte y en la industria, reducir el uso del coche a la movilidad mínima necesaria y usar medios alternativos como la bici, caminar o si no queda de otra el transporte público, correspondería a una actuación mínima que podría provocar una disminución de la emisión del dióxido de carbono.

El compromiso de reducir el metano para 2030 en hasta un 30% de lo que se generaba en 2020, plantea acciones distintas que tiene que ver con nuestro hábitos alimenticios.

El rumiante es un mamífero que se caracteriza por tener unas mandíbulas adaptadas a la alimentación herbívora y un sistema digestivo complejo dividido en tres o cuatro cámaras, cada una con una función concreta. La vaca, la oveja, la cabra, el camello y la jirafa son ejemplos de rumiantes. Estos animales que se alimentan de forrajes producen de manera natural el metano, por un proceso que se conoce como fermentación entérica, en el cual bacterias, hongos y protozoarios, entre otros, digieren el forraje. Dichos microorganismos se encuentran en la primera cámara del estómago de los rumiantes, llamada rumen. Además, la descomposición de las heces de estos animales, producen también grandes cantidades de metano.

El rumiante promedio produce entre 250-500 litros de metano por día. A nivel mundial, el ganado es responsable de emitir el metano equivalente a 3,1 gigatoneladas de dióxido de carbono a la atmósfera anualmente.

En la Comarca Lagunera existe un promedio de 423,000 cabezas de ganado bovino lechero, aproximadamente un 20% del hato nacional. La mitad de la dieta de este ganado son forrajes como el ensilado de maíz, sorgo forrajero y alfalfa. Estos forrajes en el rumen de las vacas producen grandes cantidades de metano, el cual es expulsado por el animal hacia la atmósfera. Lo mismo ocurre con el ganado especializado en la producción de carne y con otras especies de rumiantes.

Como se puede notar, los forrajes no sólo consumen millones de metros cúbicos de agua, también son responsables de la emisión de uno de los gases de efecto invernadero, aproximadamente 25 veces más potente para atrapar el calor que el dióxido de carbono.

Ante esta situación se ha dicho que dejar de consumir carne o leche de vaca es una de las acciones más efectivas que los consumidores pueden realizar para combatir el cambio climático. Ésta es la conclusión del estudio realizado por los investigadores Joseph Poore, de la Universidad de Oxford en Inglaterra, y Thomas Nemecek, del Instituto Agroscope en Suiza. Se han estudiado técnicas de alimentación de bovinos para reducir la emisión de metano y otras tecnologías como el uso de vacunas contra ciertos microorganismos responsables de la producción de metano en el rumen, pero sigue aún en etapa experimental. Esto tiene parecido con el uso de pequeñas dosis de antibióticos con el mismo propósito.

Se han construido calculadoras para calcular las emisiones personales de gases de efecto invernadero, según lo que consumimos y bebimos en un día-año, por ejemplo el café de la mañana, que lo tomamos todos los días, añade 155 kg a tus emisiones anuales.

Si el café lo hacemos capuchino o latte, por la leche que se incluye se añaden 229 kg a tus emisiones, lo que equivale a conducir un auto de gasolina 941 km.

Si al mediodía comemos una porción de 75 gramos de carne de vaca se añaden a tus emisiones anuales de gases de efecto invernadero 2820 kg, lo que es equivalente a conducir un auto de gasolina 11,581 km. La calculadora se encuentra disponible en internet.

Seamos responsables en nuestro consumo de alimentos y en los materiales que usamos como envases, evitar los plásticos que al convertirse en basura, al descomponerse en presencia de luz, emiten importantes cantidades de metano.

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