¿O no? Cuántas veces nos encontramos en encrucijadas en las que nos cuesta a horrores tomar decisiones que dilatamos por el simple dialogo interno de: ya lo veré, ya lo pensaré, podré con ello como he podido con otras cosas… solo que a veces… no podemos. Así de simple. Dilatamos lo inevitable y lo evidente. A veces somos conscientes (lo que todavía suele ser peor porque el sentimiento de culpa y frustración se hacen presentes), y a veces simplemente estamos ciegos y nos dejamos llevar por la ceguera. Porque en realidad, es más fácil y más seguro de esta forma. Nos ahorramos situaciones incómodas, difíciles, dolorosas… y creemos que lo estamos gestionando, cuando a la hora de la verdad lo que hacemos es posponer, evitar, negar.
No culpo a nadie. Somos humanos. Reaccionamos y actuamos como hemos aprendido a hacerlo. Lo hacemos lo mejor que podemos… ¿verdad? o ¿quizá podríamos hacerlo mejor? Esa pregunta, difícilmente surge en situaciones de stress o stress emocional. Nos falta la serenidad y la claridad para ver más allá de nuestras propias emociones. Sólo cuando tenemos una relación honesta con nosotros mismos somos capaces de ser suficientemente humildes como para aceptar que quizá, no siempre, podamos nosotros solos, o que simplemente, nos estamos infligiendo una auto tortura por el hecho de ¡tener que poder nosotros solos!
La situación se ve con mayor claridad cuando la disocias o cuando modelas. Me explico, si tú ves a un amigo, compañero o familiar qué no está en su mejor momento, que está pasando por un bache o incluso un quiebre vital ¿qué le dirías? Cuando ves que tus palabras no son consuelo, o simplemente la situación te desborda o desconcierta a ti también… en esos momentos ves muy claro que quizá esa persona necesita ayuda. Tal vez se lo digas, tal vez no, pero lo ves, lo piensas y haces tu propio juicio de valor. Sin embargo, cuando se trata de nosotros… la historia cambia. ¿Qué hace que no actuemos del mismo modo con nosotros mismos? ¿Qué excusas nos inventamos? ¿Cuánto tiempo invertimos en auto justificarnos? ¿Qué porcentaje de nuestro ego está dominando en ese momento? Y lo más importante, ¿Quién nos habrá dicho que tenemos que poder con todo nosotros? ¿Cuáles son nuestras referencias? ¿Y por qué las utilizamos solo cuando nos interesa?
La segunda opción es el modelaje. Es un término ampliamente utilizado en coaching en especial en PNL. Es muy sencillo, pensar en aquella persona a la que admiramos y ver cómo actuaría en nuestra situación. Lo que ocurre con el modelaje es que tiene que estar bien entendido. No sé trata de proyectar tus deseos en el youtuber de moda o quizá sí, siempre y cuando te conecten con tus valores reales. Tus valores reales son aquellos sobre los que se asienta tu vida, los sigas o no, pero son aquellos que cuando aparecen reflejados en una persona externa admiras, te inspiran y te potencian a un nivel más alto. Todos hemos tenido maestros en nuestra vida, personas reales que encarnan tu esencia y la hacen real y tangible. Si para ti eso es lo que hace tu youtuber favorito entonces adelante, pero sino cuidado, quizá te estés mirando en el espejo incorrecto.
Lo siguiente que voy a decir a este respecto a mí me resultó de mucha ayuda. Estamos acostumbrados a ver a algunas figuras que se dejan ayudar. Para nosotros es obvio. Ya forman parte de nuestro consciente e inconsciente colectivo. Si os hablo de un deportista de élite, es obvio que tiene un entrenador, ¿verdad? Alguien que lo ayuda, lo entrena, lo guía. Es normal. Lo vemos normal, estamos acostumbrados. Pensémoslo bien, ¿qué hace ese entrenador? Mejorar la técnica sí, pero además trabaja a otro nivel. Un nivel más profundo, más psicológico. Ayuda al deportista a superar los momentos de stress, situaciones emocionales limitantes, derrotas, o incluso a gestionar el éxito. Se trata de alguien que ayuda a completar su don innato. ¿Correcto? Creo que hasta aquí estaremos de acuerdo. Y si ahora llevo el entrenamiento a otro plano, veremos cuál es la reacción. Si os digo que todos los empresarios de éxito, y personajes públicos que han logrado sus objetivos también tienen un entrenador para mejorar y lograr sus metas, ¿qué me diríais? Claro, pensareis, si hacen deporte se pueden permitir un entrenador personal… pero no me refiero a ese entrenador, me refiero a un entrenador de vida, un coach, alguien que lo acompaña y que le ayuda a enfocarse, a ganar confianza, a potenciar sus talentos, que los guía, que los escucha, que saca sus virtudes y a la vez, les ayuda a conocer y abrazar sus sombras. Y si, un Amancio Ortega, o Bill Gates, o Nelson Mandela tienen coach. André Agassi o Donald Trump también tienen coach, y lo mismo sucede con Madonna, Oprah Winfrey, Hilary Clinton, Rafael Nadal, Donna Karan, Julia Roberts, Kofi Annan… y una larga lista de personajes que quizá jamás hubieras pensado que habían recurrido a los servicios de un coach. Nadie lo ha logrado o lo está logrando sólo, pero lejos de vivirlo como debilidad y vulnerabilidad, lo viven y lo enfocan como una fortaleza. Si puedo llegar antes, más rápido y mejor con ayuda, ¿por qué no hacerlo? Me ahorraré, tiempo, dinero y muy probablemente dolores de cabeza innecesarios. Ellos han sido lo suficientemente humildes como para aceptar que es mejor hacer el camino acompañados que en plena soledad, porque el proceso y el resultado valen la pena. Son conscientes de que no lo tienen todo (cada uno a su nivel) y sobre todo que no pueden con todo. Aceptan que eso es parte de su éxito, de saber ganar, de saber dónde están los límites y superarlos sin morir en el intento.