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Hiram Ruvalcaba

Hiram Ruvalcaba, verter la vida sobre textos

La escritura del zapotlense comenzó a narrarse desde lo lúdico

Autor. El oriundo de Ciudad Guzmán, Jalisco, es el actual ganador del Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez. (CORTESÍA / Miguel Ángel Avilés)

Autor. El oriundo de Ciudad Guzmán, Jalisco, es el actual ganador del Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez. (CORTESÍA / Miguel Ángel Avilés)

SAÚL RODRÍGUEZ

La escritura del zapotlense Hiram Ruvalcaba (1988) comenzó a narrarse desde lo lúdico. Enfático ante la grabadora en un café de Guadalajara, recuerda que de niño solía tomar canciones de Disney, descomponerlas y reconstruirlas como poemas. Aunque el verdadero llamado literario ocurrió cuando cursaba la primaria debido a un lote de libros de literatura universal, volúmenes ilustrados con grabados de Doré que había comprado su padre.

“Leí primero Robinson Crusoe, me tomó mucho tiempo, un libro muy aburrido para mí. Me tomó dos o tres meses de todas las noches tratar de leer poquito a poquito. Yo decía que tal vez no me gustaba leer como pensaba, pero después leí La Isla del Tesoro, la tomé y la terminé como en dos días. Entonces tenía 10 años y fue como: ‘¿Qué es esto? ¿Por qué no lo puedo soltar? ¿Esto es literatura?’. A partir de ese momento empecé a agarrar todos los libros de la biblioteca de la casa”.

Hiram Ruvalcaba es originario de Ciudad Guzmán, la cabecera municipal de Zapotlán El Grande, Jalisco. Esa tierra también es cuna de grandes artistas y creadores como el pintor José Clemente Orozco, la compositora Consuelo Velázquez o el escritor Juan José Arreola.

“Mi casa estaba a cuatro cuadras de la de Arreola. Nunca lo vi en persona, pero sabía que estaba ahí. Incluso mi primaria estaba a dos cuadras de su casa. Mi mamá me decía: ‘En aquel cerro vive Arreola’. Y yo sabía de él porque en los libros de texto gratuitos había textos suyos”.

Actualmente, Ruvalcaba es el escritor más importante de su municipio y de los principales de Jalisco. Sus reconocimientos lo avalan: Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela 2016, Premio Nacional de Cuento José Alvarado 2020 y hace algunas semanas el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez 2021, entre otros. A esto hay que añadir becas como el PECDA o el FONCA, con esta última actualmente trabaja en una novela asesorada por Julián Herbert.

Durante la plática, sus raíces arrojan otro recuerdo: en la preparatoria se alistó al taller literario que Ricardo Sigala coordina en Ciudad Guzmán. “Yo era poeta, malo, muy cursi, pero llevaba un poema por semana. Toda la semana no dejé de escribir. Era como una constancia, una 'aferración', no sé cómo llamarle”.

Otro momento crucial sucedió cuando Hugo Gutiérrez Vega, un importante poeta jalisciense, visitó Ciudad Guzmán para dar la cátedra El periodismo cultural y las letras. Hiram tenía alrededor de 22 años y se inscribió.

“Me acerqué a él y comencé a platicar. Recuerdo que el día que lo conocí yo estaba leyendo su poesía, porque unos meses antes me había llegado un libro suyo. Y le recité un poema de memoria, se llama Nota roja, viene en Buscado amor, me parece. Empezamos a platicar y él me mostró el mundo profesional de la literatura”.

La amistad con Hugo Gutiérrez Vega le permitió conocer a personajes como Fernando del Paso, Juan Gelman o José Emilio Pacheco. Las circunstancias le ayudaron a entender que quería vivir entre las letras y comenzar a escribir en forma.

“Estaba por publicar mi primer libro de cuentos, pero no sabía todavía cómo escribir. Todo era intuitivo, como a ver si salía y gracias a Hugo empecé a buscar cómo hacerlo. Ese fue un momento importante. Siempre he considerado que Hugo Gutiérrez Vega fue la gran influencia que tuve para no salirme del camino”.

VIDA DETRÁS DE LOS TEXTOS

Es domingo a mediodía. Hiram ha acudido al café sobre la avenida Fray Antonio Alcalde para reunirse con el escritor Eugenio Partida. Allí señala que tiene la idea de que se puede vivir sin leer y escribir. Sin embargo, escribir le es necesario porque ya se ha empapado de literatura, de lo contrario lo aborda el mal humor.

“No es indispensable para vivir, pero ya que te acercas a ella sí se vuelve indispensable. Ya que te empiezas a meter a escribir, a leer y descubres la vida detrás de los textos, porque en un libro hay eso. Un autor que escribe en serio vierte su vida sobre los textos y eso produce el llamado milagro de la literatura”.

No sólo se trata de leer historias, sino de apreciar las reflexiones de autores sobre lo que es la vida y el ser humano. Cuando alguien descubre eso, no tiene más remedio que entregarse a las páginas en blanco y tratar de emular lo aprendido.

“Ya que empiezas a tratar de hacer lo mismo hay una necesidad moral de seguirlo haciendo. No quiero decir con esto que mi intención es educar o moralizar, pero sí veo cosas en el mundo, sí veo cómo funciona el ser humano, el mexicano o el zapotlense y me interesa contarlo. Me interesa que cuando llegues a mis textos te preguntes las mismas cosas que me pregunté, porque esas cosas te van a llevar a algún sitio”.

PREMIO AGUSTÍN YÁÑEZ

Toda su vida, mientras ha circulado por la carretera libre de Ciudad Guzmán a Guadalajara, Hiram ha contemplado una barda grande al borde de la laguna de Zapotlán, casi llegando al municipio de Gómez Farías. El muro ostenta una leyenda: “En honor al mérito ciudadano gobernador Agustín Yáñez por la construcción de esta carretera”.

“Cuando estaba en la universidad, nos contaron la historia de que la preparatoria de Ciudad Guzmán, la primera preparatoria que ahora es Casa del Arte, se construyó gracias a que en una visita de Agustín Yáñez a Ciudad Guzmán, el doctor Vicente Preciado Zacarías (así se llama ahora la Casa del Arte) se alzó en brazos de sus compañeros y le gritó: ‘¡Señor gobernador! ¡No permita que nuestro pueblo se convierta en otro pueblo de mujeres enlutadas, como esas regiones alejadas de la mano de Dios que usted narró en Al filo del agua!’. ‘Haber, háblale a ese muchacho’, dice Agustín Yáñez. ‘¿Qué quieres?’. ‘Una preparatoria, aquí tenemos el plan’. Total, les hizo caso y construyó la preparatoria”.

Directa o indirectamente, la vida de Hiram Ruvalcaba se ha visto marcada por la presencia de Agustín Yáñez. “Yáñez es una figura política importante, tan importante que fue de los pocos intelectuales que se le quisieron rebelar a Díaz Ordaz en el ‘68. Sólo que Díaz Ordaz no lo dejó, dicen que lo agarró del traje y le dijo: ‘¡A mí ningún hijo de la chin… me renuncia!’. Por eso siguió de gobernador, pero parece ser que también se iba a pelar”.

A finales de septiembre, la Secretaría de Cultura de Jalisco anunció a Hiram Ruvalcaba como el ganador del Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez 2021 por su libro De cerca nadie es normal. El jurado resaltó la manera en que el zapotlense retrata a los sectores marginados de la sociedad.

“Me interesa mucho retratar cómo la gente normal, cuando se enfrenta a situaciones anormales que rompen con su ciclo, se obligan a sí mismos a ir más allá, a romper ese ciclo de normalidad y a expresar un valor, una capacidad de respuesta que normalmente no creían posible. Es decir, estás en peligro de muerte y eso te obliga a ir más allá de ti mismo o estás en peligro de ir a la cárcel y también. Hay algo en ti, un instinto de supervivencia que rompe tu instinto de normalidad y de ahí viene el título: “De cerca nadie es normal”.

Al escritor le interesa la gente común porque él mismo se considera así. “Tal vez porque sigo siendo este ranchero que se levanta y al que su papá le dice: ‘¡Mira, cabrón! Esa cuenca es la Media Luna y ahí ubicó Rulfo sus cuentos’. Eso para mí es fascinante”.

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