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Violencia por doquier

ULRICH RICHTER*

Estamos a unos días de iniciar el segundo semestre de 2025. Siempre mirando hacia el frente en busca de la mayor armonía posible, tratando de lidiar como ciudadanos con las noticias que nos inquietan en cada amanecer.

Hay información que confirma la crisis, no sólo bélica, sino siniestra que revela la carencia de valores de los seres humanos involucrados, por ejemplo, en la orden de una nación para atacar con armamento poderoso a otro país.

Los drones que eran una innovación tecnológica admirable, ya fueron pervertidos en su uso por el hombre, al utilizarlos para lanzar bombas.

La violencia se expresa también en un joven estudiante de preparatoria o de universidad que ataca a sus compañeros, profesoras y profesores, generando muerte y pánico entre la comunidad.

Igual nos enteramos de ataques a inocentes en una plaza pública, centro comercial o en avenidas donde la población puedes ser blanco de atropellos vehiculares colectivos.

Y así yo podría repasar -igual que tú- este tipo de historias que sólo demuestran la crisis en que está metida la humanidad.

El resultado es lamentable, porque en el mundo no se escucha una sirena llamando a la paz, sino las sirenas de las ambulancias con cientos de inocentes heridos o fallecidos, y se escuchan otras alertas sonoras llamando a la población a internarse en los refugios subterráneos antiaéreos.

Este es un triste espectáculo que ni en las series de televisión imaginábamos: el hombre es el lobo del hombre.

Desafortunadamente son pocas las voces potentes con una misión pacifista. Hace semanas se fueron José Mújica, ex mandatario de Uruguay, y el Papa Francisco, dos personajes necesarios que hablaban de la reflexión y los valores personales al servicio de las mejores causas colectivas.

Es patente que las voces de los defensores de los derechos humanos ya no se escuchan en medio de tanto bombardeo, y menos advertimos que esta escalada de violencia vaya a disminuir. Por ello necesitamos, no estrategas de guerra, sino líderes como Mahatma Gandhi quien fue el apóstol de la no violencia.

Hoy el Nobel de la Paz podría quedar sin ganador, porque no hay en el escenario global quien pueda hilar fino para incidir efectivamente en frenar la escalada de todos contra todos, sean de donde sea.

Parece que la lucha es por obtener el anti Nobel, pero de la guerra.

Con ironía, puedo decir: bonito legado estamos dejando a nuestras futuras generaciones, puesto que el uso de la fuerza, de las armas y de los misiles, permea y se expresa cada vez más en la vida cotidiana.

Y ese es el riesgo central, que la violencia se meta en nuestras relaciones personales, y que el sentido bélico se manifieste como si fuera lo habitual. Hay espacios en redes sociales dedicados a lastimar al otro, a estigmatizar lo que es diferente y a tratar de discriminar en función del poder. Requerimos neutralizar ese deterioro.

Así es que entre tanta oscuridad necesitamos que prevalezcan las voces que llamen a construir la paz y hacer de la serenidad y la tolerancia un método de coexistencia. Como diría un gran líder político mexicano oaxaqueño y quien fuera Presidente de México: "Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".

*Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales. Autor del libro "Libertad de expresión Demanda Algoritmo Justicia Dignidad Humana. Para el caso RICHTER GOOGLE".

@UlrichRichterM

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