Sin importar la edad que tengas, ¿con cuánta libertad te expresas verbalmente de tu cuerpo con las personas correctas? ¿Cómo externas las dudas que puedan surgir en base a su funcionamiento? ¿Cómo hablas del placer que te genera una vida sexual satisfactoria o insatisfactoria? ¿Reconoces los miedos e inseguridades que tienes en torno a tu cuerpo? ¿Con qué tanta frecuencia lo exploras para descubrir placeres que no sabías que tenías? ¿Sabes en dónde te duele o qué no te gusta sentir? ¿Logras identificar los síntomas físicos generados por el constante cambio hormonal que se produce en él?
Durante años nos han enseñado que nuestro cuerpo es un lugar sagrado al que hay que respetar, honrar y amar. Sin embargo, poco sabemos de la forma adecuada en la que podemos llegar a un conocimiento profundo de nuestro propio "hogar".
Para lograrlo es necesario partir de lo más básico, perder el miedo y soltar el rechazo a las sensaciones corporales que puedan llegar a ser incómodas para nosotras mismas. Partiendo del entendido de que esa incomodidad fue generada precisamente en alguna parte de nuestra historia, pues de algún modo desde la infancia y con refuerzo en la adolescencia, nos enseñaron a no hablar, a ocultar y a callar ciertos temas relacionados con la corporalidad.
Pero respetar nuestro cuerpo no es ocultarlo, ni callarlo. Por el contrario, es tener la libertad de poder explorarlo sin miedo, sentirlo con gozo, expresarlo con respeto y compartirlo con dignidad con las personas correctas, esto con la finalidad de llegar a un autoconocimiento más profundo de lo que por naturaleza ya poseemos.
Una vez que hayas traspasado tus propios mitos y creencias limitantes, comienza el recorrido de sentirlo a profundidad, con calma, en silencio, siendo tu propia guía y compañía. Quizá las preguntas que se formulan al inicio del artículo puedan ser un buen comienzo para tu re conocimiento, entendiendo también que tus descubrimientos cambiarán con el paso del tiempo, pues como seres vivos estamos de manera natural en constante transformación. Sé paciente y amorosa con lo que estás aprendiendo de ti misma, pues la tarea de re conocerse es infinita; además, quizá no todo lo que descubras tendrá una sensación agradable ante tus ojos, pero aun así sigue siendo parte de tu ser.
Como consecuencia, algunos de los beneficios que puedes obtener al ponerte en contacto de manera constante con tu cuerpo son los siguientes: aprenderás a hablar libremente de él, con más confianza y seguridad, reconociendo tus propios alcances y limitantes; tendrás la posibilidad de experimentar con libertad y autorrespeto una vida sexual plena, así como gozar de mayor salud física y mental.
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