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EL PRIMER MAUSOLEO

CLAUDIO PENSO.-

Cierta vez, un arquitecto me confesó que muchos de sus trabajos eran obras que tenían un destinatario sin duda narcisista: el ego de sus clientes.

Probablemente, desde el mundo antiguo hasta ahora sucedió este mismo fenómeno, personas que deseaban trascender o ser recordadas más allá de sus vidas con admiración y, para ello, apelaron a la construcción de monumentos.

Un ejemplo vívido de esto es el caso de un funcionario del Imperio persa. Tenía la jerarquía de sátrapa, además desbordaba carácter, temperamento y un enorme deseo de ser reconocido. Quería que el mundo pudiera recordarlo cuando dejara esta vida; para ello, reclutó a los mejores artistas con el propósito de construir su propia tumba. Mausolo era hijo de Hecatomno, además, como aristócrata, obtuvo en 392 a. C. la satrapía de Caria de manos de Artajerjes II. Su padre siempre fue fiel al rey persa, por lo que no había razón para negarle a su hijo el derecho a sucederle.

En esa época, el Imperio aqueménida estaba envuelto en dos graves conflictos. Por un lado, Egipto se había independizado y Artajerjes quería recuperarlo; por otro, la tribu de los cadusianos acechaba en el norte. Esto dio libertad a los sátrapas del Asia Menor. Mausolo mudó la corte de Milasa a Halicarnaso. La ciudad fue fortificada con murallas y la población aumentó. Los edificios más famosos eran la tumba que el sátrapa mandó construir cerca del mercado, conocida como Mausoleo.

El resultado fue que Mausolo era también un gobernante independiente que controlaba algunas ciudades griegas e islas. Las ciudades griegas tenían más o menos autonomía, pero eran visitadas regularmente por inspectores. Este modelo, que había sido desarrollado por los persas ("el ojo del rey") y era utilizado también por los atenienses (episkopos), fue copiado por algunos gobernantes.

Mausolo falleció en 353 a. C. y fue sucedido por su esposa y también hermana Artemisia, quien invitó a los grandes artistas griegos de mediados del siglo IV a. C. a que acudieran a la capital de Caria para decorar el Mausoleo. Arquitectos como Sátiro y Piteo, y escultores como Escopas, Leocares, Briaxis y Timoteo acabaron la tumba después de la muerte de Artemisia.

Seguramente sucedieron murmuraciones entre los habitantes de Halicarnaso mientras se construyó la obra.

Desafortunadamente, hasta las piedras tienen su desgaste, y los saqueadores, en conjunto con el tiempo, devoraron la construcción. Sin embargo, la tumba de Mausolo fue considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Los más altos y preciados monumentos de la civilización humana aceptan sus ironías y prestan su ilusión de eternidad. Fueron construidos por los caprichos del ego; algunos aún perduran, otros fueron sumidos a escombros.

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