El kabuki nació en las riberas del río Kioto en el año 1600. Era una danza dramática interpretada por mujeres -muchas de ellas prostitutas- tanto en los papeles femeninos como masculinos. La temática abarcaba desde acontecimientos históricos y conflictos morales en las relaciones amorosas, hasta escenas de la vida cotidiana. Las actrices hablaban con voz monótona, finamente maquilladas y acompañadas por instrumentos tradicionales.
La atmósfera escandalosa y, en ocasiones, violenta de las representaciones atrajo la atención del shogunato, el epicentro desde donde se ejercía el poder. Como en casi todos los esquemas autocráticos, los líderes simulaban ser comprensivos y tolerantes con las expectativas del pueblo. Como esta forma de teatro había adquirido enorme popularidad, se permitió que continuaran las representaciones para contentar a los espectadores; sin embargo, se introdujo un cambio sustancial, alineado con la concepción de moral que tenían esos hombres: las mujeres debieron bajarse del escenario a partir de 1629. Hasta hoy, el kabuki sigue vigente, interpretado únicamente por hombres.
Las mujeres no solo no podían actuar en la sociedad japonesa, sino que tampoco se les permitía subir al monte Fuji. Fue enormemente impactante conocer esta prohibición mientras escalaba esa gigantesca montaña, con tantas connotaciones espirituales para ese pueblo. No eran las únicas restricciones que sufrían las mujeres por el simple hecho de serlo: a lo largo de la historia, se han aceptado como normales prácticas restrictivas que configuran las costumbres y la cultura de muchos pueblos. Lo escandaloso no es vulnerarlas, sino que todavía existan.
Te invitamos a seguir nuestras redes sociales en Facebook como vibremospositivo; en Instagram como @jorge_lpz, @vengavibremospositivo y @claudiopenso. Escríbenos a: [email protected].