
Una mala educación
Nos acercamos al fin de cursos en el año escolar 2024-2025. Es un momento de celebraciones para muchos y de decepciones para algunos. La educación es cada vez más un instrumento fundamental para mejorar la economía personal y la nacional. Los países que han tenido mejores desempeños académicos han sido también los que se han colocado como los más prósperos del planeta.
La educación es cada vez más importante porque vivimos en una economía mundial en la que el conocimiento es más valioso, mientras que la fuerza física ha sido reemplazada en buena medida por las máquinas. Es verdad que ahora la inteligencia artificial (IA) amenaza con sustituir algunas formas de trabajo intelectual, particularmente las más repetitivas, pero incluso el manejo de los equipos de IA requiere de una mayor preparación.
El problema es que en México estamos sufriendo un deterioro en la calidad de la instrucción. Las pruebas PISA, la evaluación internacional más importante del nivel de conocimiento de los jóvenes de 15 años, muestra que ha habido una caída en la comprensión de lectura y conocimientos de matemáticas y ciencias de los estudiantes mexicanos. Este examen es, por supuesto, limitado. Necesitamos más pruebas comparativas a todos los niveles y en todas las entidades del país. El problema es que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que se ha convertido en el sindicato dominante de los maestros del país, a pesar de que la mayoría de los contratos los tiene el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), más moderado, ha logrado que el gobierno elimine muchas de las evaluaciones que se realizaban a partir de la reforma educativa de 2013.
El gobierno ha acabado incluso con las instituciones que se dedicaban a medir la educación. Primero, López Obrador extinguió el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, un organismo autónomo que realizaba estas evaluaciones, y lo sustituyó con la Comisión para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), pero Claudia Sheinbaum eliminó esta nueva institución. No parece haber interés en hacer diagnósticos de la educación en México ni en estudiar las formas de fortalecer su calidad. El secretario de Educación del actual gobierno parece más interesado en prohibir los alimentos de alto contenido calórico en las escuelas que en mejorar la calidad académica de las mismas. A esto hay que añadir los paros de la CNTE que dejan sin clases a millones de niños en los estados más pobres del país.
Muchos padres de familia están tratando de escapar de la mala calidad de los planteles públicos inscribiendo a sus hijos en instituciones privadas, pero muchas de estas también son de mala calidad. Además, la mayoría de las familias no tiene los recursos para pagar una instrucción privada, ni siquiera colegios modestos.
La obligación del Estado debería ser ofrecer educación de calidad para todos. Sólo esta puede ayudar a la población a elevar su calidad de vida. Sin embargo, hay una resistencia ideológica del gobierno para ofrecer este derecho. Marx Arriaga, el arquitecto de la llamada “nueva escuela mexicana”, ha señalado que no quiere que la educación nacional sirva para impartir conocimientos que conviertan a los jóvenes en “mano de obra barata”. Prefiere usarla como forma de adoctrinamiento político. El problema es que México no logrará superar la pobreza si no mejora sus conocimientos. Pero al parecer el gobierno prefiere que los mexicanos continúen sufriendo pobreza para seguir repartiendo dádivas que compren votos.