Los jefes de Estado se sinceran cuando pierden el poder. Tomás Eloy Martínez aprovechó que Juan Domingo Perón estaba exiliado en Madrid para hacerle las preguntas que jamás hubiera respondido en la Casa Rosada. Entre otras cosas, el autor de Santa Evita quiso saber por qué Perón, siendo general, no se había apoyado más en el Ejército. La respuesta pertenece a los aforismos que sólo brindan los jubilados de la política: "El problema no es sacar a los soldados de los cuarteles, sino regresarlos ahí".
Esta lección se aplica a la realidad mexicana. Contra todo pronóstico ideológico, Morena acaba de consumar el sueño de uno de sus máximos rivales, Felipe Calderón, con la ley que convierte a los 130 mil elementos de la Guardia Nacional en subordinados del Ejército.
En 2006, el presidente panista era impugnado por un posible fraude en las elecciones. A dos semanas de haber tomado el poder, tomó una decisión que no consultó con su partido ni llevó al Congreso: se puso un uniforme que le quedaba grande y lanzó la "guerra contra el narcotráfico". Obviamente, la conversación pública cambió de rumbo.
La medida no sólo fue impopular sino ineficaz. A diferencia de Álvaro Uribe, que atropelló derechos humanos pero pudo rendir cuentas favorables de seguridad en Colombia, Calderón dejó al país sumido en un baño de sangre. De manera lógica, en las elecciones de 2012, su partido ocupó un humillante tercer puesto.
El combate al crimen organizado carecía de estrategia y nociones como "frente" y "retaguardia" por la sencilla razón de que, en buena medida, el enemigo estaba dentro de las filas que pretendían combatirlo. No se trataba de luchar contra el narcotráfico, sino de participar en su control.
En 2018, López Obrador ganó las elecciones de manera avasallante. Una de las causas de su popularidad fue la promesa de regresar al Ejército a los cuarteles. Ya en el poder, pospuso la medida por cinco años y creó la Guardia Nacional, con mando civil, con el fin de que, progresivamente, reemplazara al Ejército.
Ocurrió lo contrario. López Obrador fortaleció a un Ejército que asumió nuevas tareas, con el pretexto de que ya estaba desplegado en todo el territorio y debía ocuparse en algo. Era lógico que apoyara ante desastres naturales o suministrara alimentos para cumplir programas sociales, pero su rango de acción creció hasta hacerse cargo de la construcción de cuatro aeropuertos, la administración de otros 13, el control del Tren Maya y la gestión de 2 mil 700 sucursales del Banco de Bienestar.
El 18 de mayo de 2023, López Obrador reforzó el blindaje de las Fuerzas Armadas con un decreto que convirtió a los megaproyectos en inescrutable materia de seguridad nacional.
Hoy el Ejército es un inmenso consorcio que no garantiza la paz. Las cuotas de violencia se dispararon tanto como los abusos militares. De 2019 a 2025, la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió mil 816 quejas relacionadas con la Guardia Nacional. Sólo 13 derivaron en recomendaciones.
La incapacidad de juzgar a las Fuerzas Armadas se evidenció con el caso Ayotzinapa, las negativas del titular de Sedena a comparecer ante el Congreso y la calculada impericia de la CNDH, conducida por Rosario Piedra Ibarra. A fines de 2024, el Senado revisó candidaturas para renovar la presidencia de la CNDH y se comprometió a escoger a una de las personas mejor calificadas. En contra de sí mismo, el Senado eligió a la peor evaluada, que resultó ser Piedra Ibarra, de probada incompetencia.
La ley que transfiere la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional vulnera los ideales de la izquierda. Para maquillar esta medida autoritaria, el documento aprobado menciona la "esencia de los pueblos originarios y de la historia de México, representada por culturas milenarias". De manera delirante, la imposición militar se pretende justificar como una defensa de las causas populares.
Lo cierto es que el Ejército queda facultado para realizar detenciones "en flagrancia o cuando lo requiera la seguridad pública" y recabar inteligencia estratégica sin orden judicial.
La Guardia Nacional engrosará un ejército que, a su vez, ha engrosado a cárteles como los Zetas y Jalisco Nueva Generación.
El himno nacional declara que la patria tiene un soldado en cada hijo para defenderse del extranjero.
El problema es cómo nos defendemos de nosotros mismos.