EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Columnas

Un agravio lucrativo

JUAN VILLORO

En 2015, Estados Unidos hizo su más espectacular jugada en el futbol. No ocurrió en la cancha sino en las oficinas de la FIFA: el FBI desmontó la red de corrupción que concedió el Mundial de 2018 a Rusia y el de 2022 a Qatar.

Ciertos miembros de la FIFA se negaban a repetir el expediente de 1978, cuando la dictadura argentina quiso lavar su imagen con el Mundial, pero los votos no se conseguían con argumentos sino con sobornos. El escándalo hizo que el máximo jerarca del futbol, Joseph Blatter, y su brazo derecho, Michel Platini, perdieran sus cargos.

Poco después, la revista Der Spiegel reveló que también en las democracias europeas han ocurrido pactos ilícitos. Con la complicidad del legendario Franz Beckenbauer, Alemania entregó a funcionarios de la FIFA 6.7 millones de euros (una parte de ellos proporcionados por la marca Adidas) para obtener la sede del Mundial de 2006.

¿Qué llevó a los agentes del FBI a ponerse sus chalecos tan lejos de Estados Unidos? Su visita a la FIFA no fue desinteresada. Desde entonces se supo dónde se celebraría el próximo Mundial. Lo que no se consigue con dinero, se consigue con un desplante de poder. El organismo "no lucrativo" más acaudalado del planeta debía tranquilizar a quienes conocían las transferencias que habían ido a dar a esas islas donde hay más bancos que habitantes.

Por vía judicial, Estados Unidos obtuvo el campeonato de 2026. Como la jugada era demasiado obvia, se consiguió a dos socios menores, México y Canadá, para hablar de "Norteamérica". Tan solo desde el punto de vista geográfico la idea es demencial: demasiados climas y traslados extenuantes. Una selección podrá jugar bajo una tormenta a 2,200 metros de altura en la Ciudad de México y, si el aeropuerto no está inundado, volar esa misma noche para sudar a nivel del mar a 40 grados de temperatura.

México ha sido anfitrión de dos de los mejores mundiales de la historia, el de Pelé en 1970 y el de Maradona en 1986. Por desgracia, lo que ocurrió como épica se repite como tragicomedia: los éxitos del pasado regresan como el agravio del presente. Habrá quienes ganen con esto, pero no por lucrativo el agravio deja de existir.

De 104 partidos, tendremos 13. En una fiesta eso equivale a estar a cargo del trago de bienvenida y los cacahuates. Es cierto que el partido inaugural se celebrará en el Estadio Azteca, pero la mayor parte de los juegos sucederá lejos.

No es la primera vez que Estados Unidos se sirve de la complicidad mexicana. Conviene recordar que no fuimos al Mundial de 1990 en Italia porque la FMF recibió una sanción sin precedentes. Antonio Moreno descubrió que miembros del seleccionado juvenil habían participado en una competencia en la que rebasaban la edad requerida. Lo sorprendente es que el periodista obtuvo los datos de... ¡un anuario de la Federación! Con total cinismo, se permitía que los "cachirules" actuaran en nombre de la patria.

El engaño debía ser sancionado, pero nunca antes un delito de la rama juvenil había afectado a una selección mayor. La FIFA fue especialmente severa con México por una razón política. En caso de ser eliminado, el Tri sería sustituido por el país que había quedado inmediatamente abajo en la clasificación regional: Estados Unidos. Y la coyuntura se había vuelto crítica. El Mundial de 1994 sería en ese país, pero costaba trabajo promover un deporte que entonces era minoritario. Participar en Italia 90 calentaría el ambiente.

Las gestiones involucraron a un célebre amante del futbol y la conspiración: Henry Kissinger. Nuestra Federación podría haber protestado de manera más enérgica, pero se conformó con los acuerdos ofrecidos por la FIFA.

La gestión del Mundial de 2026 adquiere visos de invasión y despojo. No se sabe si los propietarios de los palcos y las plateas del Azteca podrán ocupar los lugares donde vieron los mundiales de 1970 y 1986. El estadio se construyó parcialmente gracias a la preventa de esos espacios, pero la FIFA no repara en derechos adquiridos para ampliar sus negocios. ¿Qué límites pone nuestra Federación?

Cuando un amigo hizo un documental sobre Hugo Sánchez, quiso usar imágenes del delantero con la selección. Un funcionario de la FIFA se las quiso vender con este argumento: "Todo lo verde es mío". Se refería a lo que ocurre en el césped, pero quizá también a la camiseta nacional, que parece estar en venta.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en: columnas Editorial

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2408268

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx