El retorno a los Estados fuertes, capaces de afrontar a los grupos internos y externos que compiten con él y en algunos casos lo rebasan, recorre el mundo. Los países, grandes y pequeños, enfrentan amenazas de toda índole: terrorismo, ciberterrorismo, narcotráfico y las relacionadas con la revolución tecnológica y digital cuyos alcances pueden ser apocalípticos. Los riesgos para la seguridad y defensa nacionales y la integridad de las personas son enormes. Un peligro adicional para los países ricos en recursos naturales, pero sin ejércitos ni armas suficientes, es el expansionismo y abuso de las grandes potencias.
El eslogan de Donald Trump para volver a hacer grande a los Estados Unidos (MAGA), calco del Let's Make America Great Again de Ronald Reagan, removió sentimientos de superioridad y prejuicios raciales. Trump ha empleado el poder para fabricarse una presidencia imperial, amenazar al mundo y enemistarse con tirios y troyanos, no para recuperar influencia. El efecto bumerán de la guerra comercial y las redadas en Los Ángeles causan estragos, soliviantan a la sociedad y dividen a su país. En Rusia, Vladímir Putin, exagente de la KGB, se ha convertido en nuevo zar. China, con su paciencia proverbial, contiene a Trump y gana terreno en América Latina, considerado todavía por Estados Unidos como su patio trasero.
La Casa Blanca y los grupos de poder se sentían cómodos con presidentes mexicanos débiles o producto de elecciones fraudulentas. Tal circunstancia les permitía imponer condiciones, empujar sus agendas e intervenir en asuntos internos. «Hoy las cosas son distintas», replica la presidenta Claudia Sheinbaum a los «ofrecimientos de ayuda» para combatir a los carteles de la droga y aumentar la presencia de la DEA en nuestro país. El respaldo social al Gobierno de Sheinbaum muy pocos de sus predecesores lo tuvieron, excepto Andrés Manuel López Obrador. El distanciamiento de los presidentes anteriores, su preferencia por las élites y la corrupción rompieron el vínculo con las mayorías.
Pese a su retórica incendiaria, Trump, sus estrategas y el Congreso han reconocido el trabajo de Sheinbaum en temas sensibles: tráfico de drogas como el fentanilo, emigración irregular y combate a las organizaciones criminales. La comunicación frecuente entre ambos jefes de Estado permite clarificar posiciones, reducir tensiones e incluso suavizar algunas de las políticas más radicales del Despacho Oval. El resultado se traduce en un mayor entendimiento y colaboración entre ambos países. El efecto de esta relación es doble: fortalece al Gobierno de la 4T y reduce los espacios de maniobra de los grupos de presión del país en Estados Unidos.
Entre los líderes mundiales mejor evaluados de 2025, la presidenta de México ocupa el segundo lugar en la clasificación de Morning Consult (MC), con una aprobación del 66%. El único que la supera es el primer ministro de la India, Narendra Modi (77%). Los lugares tres, cuatro y cinco corresponden a los presidentes de Argentina, Javier Milei (65%); Suiza, Karin Keller-Sutter (56%); y Estados Unidos, Donald Trump (52%), de acuerdo con MC, empresa de inteligencia empresarial especializada en tecnología de investigación de encuestas en línea. A escala nacional, Sheinbaum tiene una aprobación del 81% (El Financiero, 05.05.25). La popularidad de Trump, en cambio, no repunta. En el último sondeo de Ipsos/Reuter registra un 42%. (Forbes, 21.05.25). Malas noticias para el Partido Republicano de cara a las elecciones del año próximo.