El bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán fue una apuesta arriesgada del presidente Donald Trump, que podría darle un segundo aire o hacer caer aún más su alicaída popularidad. Sin embargo, su ataque a las centrales nucleares de Irán podría ser un hecho positivo para el mundo.
Antes de analizar por qué la decisión de Trump coincidió con el sentir de las principales democracias del mundo, recordemos que la popularidad de Trump se estaba cayendo rápidamente antes del ataque.
Solo el 42% de los estadounidenses aprueba el desempeño de Trump, mientras que el 54% lo desaprueba, según una encuesta de Reuters-IPSOS realizada entre el 11 y el 16 de junio. Muchos estadounidenses que votaron por Trump están desilusionados por la marcha de la economía y sus políticas migratorias.
La economía estadounidense se desaceleró drásticamente desde que Trump inició su errática guerra arancelaria.
Según pronosticó el Banco Mundial el 10 de junio, la economía estadounidense crecerá apenas un 1.4% este año, o sea la mitad del 2.8% que creció el año pasado, en buena parte por los efectos de los aranceles de Trump.
Asimismo, muchos votantes de Trump están decepcionados por su decisión de deportar a cientos de miles de inmigrantes sin antecedentes penales, incluyendo a más de 350,000 venezolanos beneficiarios del Estatus de Protección Temporal (TPS), que ingresaron al país legalmente. Durante la campaña presidencial, los republicanos habían alegado que Trump se centraría en deportar a delincuentes violentos.
Antes de su ataque a Irán, Trump también estaba siendo visto cada vez más como un líder indeciso. Sus reiterados anuncios de aumentos de tarifas y posteriores contramarchas - primero prometiendo imponer aranceles del 145% a China, luego reduciéndolos al 30% - lo convirtieron en blanco de burlas en las capitales europeas y entre sus críticos estadounidenses.
Su miedo a ser percibido como un líder indeciso puede haberlo influido - tras semanas de no querer involucrarse en el conflicto de Irán - a unirse a la ofensiva militar israelí contra Irán.
Pero en el caso de que la apuesta de Trump resulte exitosa y la dictadura teocrática iraní se derrumbe o renuncie a su programa nuclear, Trump podrá ufanarse de haber hecho algo que cuatro presidentes anteriores de Estados Unidos contemplaron, pero finalmente no hicieron.
A nivel internacional, prácticamente todas las principales democracias occidentales coinciden en que Irán representa una amenaza para Israel y para el mundo.
En la cumbre del G-7 en Alberta, Canadá, el 16 de junio, los líderes de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, Italia y Canadá firmaron una declaración diciendo que "hemos sido siempre claros en que Irán jamás podrá poseer un arma nuclear". Agregaron que Irán es una "fuente de inestabilidad regional y terrorismo", y que "Israel tiene derecho a defenderse".
Días antes, el 12 de junio, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), había emitido un comunicado advirtiendo que Irán estaba enriqueciendo uranio a niveles muy cercanos a los usados para construir armas nucleares.
Algunos escépticos se preguntan por qué Irán no tiene derecho a tener armas nucleares, como India o Pakistán. La respuesta es muy simple: a diferencia de otros países, Irán tiene una política de Estado que busca "eliminar" a un país soberano - Israel - reconocido por las Naciones Unidas desde 1948.
Y el problema no es solo lo que dice el régimen iraní, sino lo que hace. Irán ha sido el principal patrocinador de grupos terroristas como Hezbollah - que entre otros organizó el bombazo que destruyó el centro comunitario israelita AMIA en Buenos Aires en 1994, dejando 85 muertos - y Hamás.
Aquí no se trata de que los países occidentales odien a la teocracia jurásica iraní por encarcelar a mujeres por no cubrirse la cabeza, ni por ejecutar a homosexuales, o por otras políticas internas abominables. La razón es que si permitimos que un país que se propone la eliminación de otro tenga armas nucleares, el mundo será aún más peligroso.
Hay muchas variantes por las que la apuesta de Trump puede salir mal, especialmente si Irán trasladó parte de su uranio enriquecido a otros lugares antes del ataque de Estados Unidos. Pero si a Trump le sale bien esta jugada, logrará darle nueva vida a su hasta ahora poco exitosa segunda presidencia.