Distraer de caso Musk
Quiere incendiar California
Debilitar a gobernador Newsom
Donald Trump está usando el tema de los migrantes como cortina de humo después del escandaloso choque con Elon Musk y como instrumento de desestabilización de California con la vista puesta en la siguiente elección presidencial.
Al decadente mandatario de Estados Unidos le urgía un distractor para que no se ahondara en los puntos críticos develados en el primer intercambio de metralla política y mediática con quien hasta hace poco era su principal aliado y una especie de socio en el ejercicio del poder inmediato y en el diseño de un futuro dominado abiertamente por la plutocracia y la tecnología avanzada.
De un lado, subsidios públicos para vehículos eléctricos (Tesla, necesitado), contratos federales cuantiosos y ventajosos para faenas espaciales (Musk, de nuevo); del otro, videos y evidencias de cercanía o contubernio con personajes de depredación sexual (Epstein, el mensaje para Trump), rechazo rotundo al "bello" presupuesto de Donald ("abominable", dijo el tecnólogo) e intenciones de crear un nuevo partido (¿el partido X?).
Obstinado en ese plan político-electoral, Trump está arrojando gasolina militar sobre la seca pradera de migrantes sin regularización documental y de ciudadanos estadunidenses de origen latinoamericano, sobre todo mexicanos. Por primera vez en seis décadas ha echado mano de la Guardia Nacional (una fuerza de reserva de la fuerzas armadas) a contrapelo de la opinión del gobernador del estado, en este caso el demócrata Gavin Newsom, quien aspira a pasar de Sacramento, la capital de California, a la Casa Blanca en la próxima elección (ayer, el mandatario criticó el envío de marines, con la intención de enfrentar "a sus propios compatriotas para cumplir la fantasía demente de un presidente dictatorial".
Pero no es todo: a la hora de cerrar esta columna se informaba del despliegue de 700 marines en Los Ángeles, sumados a unos 4,000 elementos de la Guardia Nacional, destacados para enfrentar las protestas, mayoritariamente pacíficas aunque con escenas violentas que ganaron la atención mediática.
Aparte de acelerar la batalla futurista entre el trumpismo, que tiene al vicepresidente Vance como principal aspirante a la siguiente elección, y el Partido Demócrata, que tiene como carta más notable al gobernador de California, Newsom, el intento de incendio político y social de esta entidad, de enorme poder económico, ha activado, apenas indicativamente, la idea de que California podría separarse o distanciarse de alguna manera de Estados Unidos: un Calexit.
Respecto al gobierno claudista, el belicismo electoral de Trump solo ha tenido como respuesta un cierto tono un poco más elevado en el discurso presidencial (en el realismo político, ¿es posible algo más que la retórica?). Ni la administración de López Obrador, ni la actual, han depurado y reorganizado el aparato diplomático para defensa real de paisanos en Estados Unidos. Invocar la "red consular" da la medida de la insuficiencia y la negligencia: no hay verdadera línea de defensa, si acaso discursiva e incluso, en esto, deficitaria.
El gobierno de México prefiere eludir golpes relacionados con la política y el crimen organizado, consolidar la elección judicial que rechazan algunos ámbitos de élite de Estados Unidos, reducir el impacto de los gravámenes a las remesas (que ayudan a sobrellevar la difícil situación económica) y esperar a que un deterioro del poder de Trump vaya menguando su agresividad contra México.
Y, mientras Estados Unidos aprieta contra los hijos del Chapo que se quedaron en México, ofreciendo hasta diez millones de dólares por información que lleve a la detención de quienes se han quedado en el control de la parte Guzmán del deteriorado Cártel de Sinaloa, todo ello en el contexto de las declaraciones como colaboradores que otros hijos del citado Chapo rendirán dentro de semanas en el vecino país, ¡hasta mañana!