Sorprende la afonía de quienes señalan la paja en el ojo de gobiernos anteriores e ignoran la viga en el ojo del gobierno actual.
Qué fuerte se escucha el silencio sobre lo que Carmen Aristegui ha revelado en el llamado #TelevisaLeaks. Cuántos callan sobre el papel que Televisa ha jugado en la política del país, ayudando a unos, difamando a otros y orquestando campañas negras cuando el poder se lo pide. Cinco terabytes de chats, correos electrónicos, fotografías y videos evidencian una podredumbre que muchos han preferido ignorar. La comentocracia elude, los nuevos siervos evaden, y gran parte del periodismo rehúye tocar lo que debería ser un escándalo nacional. Y en Palacio Nacional, la estrategia -como siempre- ha sido crear otro distractor diario. La Presidenta se pelea con Ernesto Zedillo y el pasado, en vez de exigir cuentas sobre Arturo Zaldívar y el presente. Debería hacerlo, porque el personaje más enlodado por la cloaca destapada es el ex ministro de la Suprema Corte y actual operador de la elección judicial en puerta. #TelevisaLeaks exhibe la colusión entre una televisora inescrupulosa y un político podrido.
Colusión orquestada desde una oficina conocida como "El Palomar", donde en alianza con una compañía llamada Metrics to Index, se arman notas falsas para dañar, campañas en redes para difamar, tendencias en X para ensalzar. Incluso dos empleados de la Suprema Corte trabajaron en oficinas dentro de la televisora. Todo con el objetivo de construir a Zaldívar y destruir a sus enemigos. Cuando el exministro busca ser presidente de la Suprema Corte, Televisa se aboca a desacreditar a sus rivales para el puesto. Cuando un magistrado concede un amparo para frenar las obras irregulares del AIFA, Televisa se lanza contra él e inventa una historia de abuso sexual cometido por su hijo adolescente, para aniquilarlo. Cuando Zaldívar llega a la presidencia de la Suprema Corte, Televisa crea cuentas para enaltecer su imagen y atacar a quienes lo critican. Y como el amor con amor se paga, Zaldívar premia a sus propulsores con 60 millones de pesos en contratos otorgados sin licitación.
El comportamiento canalla de la televisora no es nuevo. Basta con recordar cómo "El Tigre" Emilio Azcárraga Milmo ofreció 25 millones de dólares a Carlos Salinas durante el famoso "charolazo" para la campaña de Colosio. O los contratos de publicidad -ilegales, por cierto- suscritos con el entonces gobernador Enrique Peña Nieto para promover su imagen. O cómo Televisa disfrazó promoción personal de cobertura noticiosa para construir al Telepresidente. O cómo en 2006 logró doblegar a toda la clase política -incluyendo a AMLO y al PRD- para que votaran a favor de la "Ley Televisa". O cómo en 2014 pudo diluir la legislación secundaria de la nueva Ley Federal de Telecomunicaciones para seguir gozando de protección y privilegios. Televisa nació siendo un "soldado del Presidente" y a pesar de algunos interludios de mayor independencia, ha apuntado el fusil a donde le ordenan hacerlo o conforme convenga a sus propios intereses. Ha sido un poder fáctico que a veces dobla al gobierno, a veces chantajea al gobierno, a veces trata de colocarse por encima del gobierno o se colude con él. El affair Zaldívar forma parte de un viejo patrón adaptado a las nuevas tecnologías.
Televisa sabe que cuenta con el silencio de la Presidenta, porque la pantalla oficiosa y las redes rabiosas son funcionales para el oficialismo, cuando de embestir a sus adversarios se trata. Sabe que puede apostarle a la autocensura de sus colaboradores, doblegados por la amenaza -siempre latente- del despedido o la difamación. Entiende que el escándalo de esta semana será suplantado con el escándalo de la próxima, o de lo contrario, siempre se puede atacar a algún ex Presidente. La apuesta es que el #TelevisaGate acabe diluido, o pase desapercibido, o no sea amplificado por otros medios asustados por la #LeyCensura, preparada para amordazar a quien disienta.
Sí sorprende el mutis de tantos ante el proceder de Arturo Zaldívar. La mudez de quienes participaron en el Comité de Evaluación del Poder Ejecutivo, para seleccionar a quienes participarán en la elección del Poder Judicial. La afonía de quienes señalan la paja en el ojo de gobiernos anteriores, e ignoran la viga en el ojo del gobierno actual. Zaldívar destruyó al sistema judicial con el argumento de la corrupción, cuando el corrupto era él. Y Claudia Sheinbaum lo sabe, pero en este caso ha decidido que calladita se ve más bonita.