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Sufrimiento

ARNOLDO KRAUS

Poco hablan los médicos acerca del sufrimiento de los enfermos, ni del físico, ni del emocional. Deberían hacerlo, no lo hacen. Los currículos escolares no lo favorecen. Materias como ética médica, tópicos imprescindibles como otredad, miseria económica y enfermedad, empatía, compasión, límites de la medicina y de la vida, y resiliencia, entre otros, deberían ocupar sendos espacios en los planes de estudio. Esos temas no constituyen parte del esqueleto de la inmensa mayoría de las facultades de medicina ni de los programas de posgrado.

Sufrir, temer y ser víctima de angustia son, en pacientes crónicos u hospitalizados, experiencias constantes, en ocasiones demoledoras. Sufrir dolor físico o padecer tristeza y miedo por el peso de la enfermedad es una realidad poco atendida. La tecnología y la despersonalización como signo de nuestros tiempos pesan más que la "humanidad de la persona". No atender el sufrimiento es una de las grandes pifias de la medicina moderna. Atenderlo no es complicado. Basta escuchar, acompañar, y si es necesario, medicar. No dudo -no ironizo- que en el futuro existan dispositivos geniales, como resonancias magnéticas diseñadas para diagnosticar depresión y ansiedad. Con la magia de la tecnología a la mano, quizás los médicos modernos decidan recetar antidepresivos o psicoterapia en vez de operar. Revivo a Neil Postman.

Postman fue un sociólogo y crítico cultural estadounidense, director del Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York y profesor de "Ecología de los medios". Murió en 2003. Fue un admirable disidente, disidencia que buena falta hace cuando la ética como disciplina y forma de vida ha quedado (casi) sepultada. Postman, alarmado por el peso y el imparable crecimiento de la tecnología, escribió: "A veces hace falta una voz discordante para moderar el estrépito causado por las multitudes entusiastas", y agregó, "Toda tecnología es a la vez un lastre y una bendición; no una cosa o la otra, sino una cosa y la otra".

El problema no es el embelesamiento de los médicos/personas hacia la tecnología, el problema es la sustitución del ser humano por las máquinas y la ausencia, en general, y en medicina en particular, de corrientes antagónicas que valoren y encumbren las cualidades humanas sobre los bellos aparatos".

Sufrir es experiencia universal. Sufrir cuando se padece alguna enfermedad "grave" es vivencia cotidiana. Sorprende, ya lo dije, que, a pesar de su obviedad, poca atención se le brinde en la clínica. Crear un instrumento para "medir el sufrimiento" y evaluar la calidad del tratamiento farmacológico, quirúrgico y humano es necesario. Es fácil comparar las modificaciones en los resultados de laboratorio, i.e., glucosa, hemoglobina; no lo es medir los cambios en el dolor físico o la tristeza. Entender el sufrimiento requiere otras escalas, la fundamental es saber quién es el paciente, quién fue y qué desea, si acaso la patología le permita decidir qué hacer en el futuro con su enfermedad y su vida.

La empatía y la responsabilidad de entender los diversos significados del sufrimiento, atributos supuestamente médicos, pueden ayudar a los enfermos. Debido a sus habilidades, al conocimiento que tienen de los múltiples significados de la enfermedad y del compromiso hacia sus pacientes, los médicos tienen la obligación de adentrarse en los vericuetos del sufrimiento. Lamentablemente, el compromiso humano hacia el enfermo ha decaído.

En su texto, Esa visible oscuridad: Memoria de la locura, escrito después de un periodo de profunda depresión, William Styron enlista diversos creadores que experimentaron sufrimiento, depresión o melancolía y medita sobre el significado de esas vivencias, "…tal incomprensión usualmente se ha debido no a la falta de compasión sino a la incapacidad física de las personas saludables para imaginar un tormento ajeno a sus experiencias diarias".

Styron da en el clavo: la medicina moderna y sus ejecutores, han sepultado las vivencias fundamentales de los enfermos. La transferencia, piedra angular de la relación médico/paciente, ha quedado delegada y olvidada, y con ella, la importancia del paciente como ser humano.

*Médico y escritor

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