
Shostakóvich 1942 y 1975
Los datos curiosos descargan piquetes magnéticos en las biografías, son color apreciable entre el blanco y negro de las páginas. En la de Dmitri Shostakóvich llama la atención que su séptima sinfonía, compuesta en 1941, haya sido estrenada en Leningrado el 09 de agosto de 1942 porque, 61 años después, el 09 de agosto de 1975, ocurriría su muerte. Curiosa coincidencia, el estreno de la más famosa sinfonía de Shostakóvich y su deceso el mismo día del mismo mes, aunque años diferentes.
Dmitri Shostakóvich es uno de los grandes compositores del siglo XX cuya obra es para todos los siglos. Con su Séptima sinfonía (opus 60), conocida como Leningrado, toca el alma con notas pesarosas, pero también con notas jubilosas y siempre con la energía del espíritu ruso. El asedio nazi a la ciudad de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial es el contexto histórico en el que se estrenó.
La obra del compositor leningradense –había nacido en esta ciudad el 29 de septiembre de 1906– tiene el poder cautivador de la música, invención humana que Sor Juana define como “aquel indefenso hechizo / que ignorado de los ojos / sabe introducirse al alma / y dulcemente imperioso // arrebatar los afectos / proporcionando sus modos / ya el alterar sus quietudes / ya el aquietar sus alborotos”.
Decíamos que la Sinfonía n.º 7 se estrenó durante el sitio nazifascista a Leningrado. La obra se ejecutó, ya lo apuntamos, el 09 de agosto de 1942, es decir, en plena guerra. El teatro de la Orquesta Filarmónica de la ciudad fue la sede. Para el caso previamente lo blindaron y artillaron. En la función se encontraban los jefes del Ejército Rojo, del Partido Comunista de la Unión Soviética y del gobierno. La pieza se transmitió a toda la ciudad mediante altavoces, por lo que también la escucharon los nazifascistas que la sitiaban. Atacaron, sin éxito, el teatro; en cambio, el estreno fue exitoso.
El sitio de Leningrado duró del 08 de septiembre de 1941 al 27 de enero de 1944. La séptima sinfonía de Shostakóvich salió al mundo durante ese lapso. Llevaba el zumbido de las sirenas, los misiles y las bombas; el roncar de los tanques de guerra y los gritos; la decisión soviética de resistir, pugnar y avanzar; el espíritu de victoria —las cuerdas lo reiteraban y lo reiteran—. Sin embargo, la crítica en Occidente no quería reconocer que estaba ante una pieza valiosa.
La obra, cuya duración es de alrededor de 120 minutos, también llevaba —lleva— las notas que permiten reconocer los sentimientos humanos en una amplia escala sugerida por el ánimo bélico, la obstinación de triunfo, la gracia de las creaciones populares, la necesidad de libertad desplegados por la robusta dotación orquestal o los finos hilos de un instrumento.
Ahora la sinfonía Leningrado es reconocida como obra maestra. Se puede escuchar y admirar la entusiasmada recepción de los públicos actuales en la pantalla de la televisión gracias a internet. Y, comercial cultural, en el sitio hr-sinfonieorchester.de se localiza su existencia épica, que comienza marcial y heroica.
En el centenario luctuoso de Shostakóvich y el aniversario ciento once del estreno de la sinfonía Leningrado, internet proporciona la oportunidad de acercarnos a ellos. Yo he estado disfrutando una y otra vez la obra del ruso leningradense, no sólo en la pantalla led, porque gracias a jóvenes que fueron mis alumnos y que trabajan en radio tengo entrañables CD con obras de Shostakóvich ejecutadas por la Camerata de Coahuila.
Los discos compactos me permiten ahorrarle vida a la pantalla porque repaso el Shostakóvich de las sinfonías 3 y 8 y los nueve preludios, todo dirigido aquí por Natalia Riazánova; pero también gozo mis ya viejos CD de la Cuarta sinfonía, el Cuarteto n.º 8 y la Sonata para cello y piano opus 40.