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Rumbo a la reforma electoral (II)

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Mencionamos en este espacio la semana pasada que la gran duda de la anunciada reforma electoral es si abrirá nuevos cauces a la democracia o, por el contrario, intentará fortalecer el poder y la permanencia del partido Morena.

Evidentemente, todo apunta hacia lo segundo por varias razones.

En primer lugar el proyecto surge del gobierno federal y más concretamente de Palacio Nacional. No lo impulsó el Instituto Nacional Electoral, tampoco las cámaras de diputados y senadores, vaya ni siquiera los partidos de oposición o alguna asociación civil.

Además la comisión para la reforma está integrada por incondicionales del régimen, por cierto, todos cercanos a Andrés Manuel López Obrador.

Será presidida por Pablo Gómez, quien en varias entrevistas destiló su odio y animadversión hacia la oposición. ¿Se puede encabezar una reforma con una posición antagónica para quienes no son de izquierda?

Luego están la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez; la consejera jurídica Ernestina Godoy; el jefe de la Oficina de la Presidencia, Lázaro Cárdenas; el coordinador de asesores, Jesús Ramírez Cuevas; y los funcionarios federales Arturo Zaldívar y José Peña Merino.

¿Advierte usted a alguno de estos siete magníficos o siete enanos -ya veremos cómo se comportan- algún afán serio para impulsar la democracia y equilibrar las distintas corrientes políticas del país?

¿Por qué Claudia Sheinbaum, ex académica universitaria, excluyó en esta comisión a un investigador social de la UNAM o a un especialista en temas electorales? ¿Cuál es el temor de dejar fuera a líderes sociales con credibilidad e independencia? Vaya ni siquiera se tomó en cuenta a un representante de los grupos marginados indígenas o campesinos.

Quedó claro en el acto de arranque que se escucharán a organizaciones sociales, a partidos, a las comunidades indígenas, a intelectuales y politólogos, además de organizaciones de migrantes y de los órganos electorales, pero con la clara consigna de que "participarán, sin derecho a voto" en la reforma. ¿Era necesaria tal rudeza?

La presidenta Sheinbaum se queja de los costos del aparato electoral, desea que se realicen elecciones más económicas y para ello recurre al error garrafal de centralizar las elecciones.

Lo inquirió claramente: ¿para qué queremos tantos institutos locales, instituto federal, si ya hay casillas únicas, ya la fiscalización se hace de manera centralizada, qué caso tiene que haya instituciones locales?

Recurre Claudia al centralismo demoledor de antaño, a ese "chilanguismo" que tanto daño hizo al país durante décadas y que se amortiguó con presidentes recientes no capitalinos como Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña y López Obrador.

Resulta incongruente que la mandataria se preocupe por el gasto del INE que este año será de 20,000 millones de pesos (incluyendo 10 mil de la reforma judicial), cuando en Dos Bocas se han gastado más de 20 mil millones de dólares (370 mil millones de pesos) y el Tren Maya ha costado al erario más de 515 mil millones de pesos.

Para diseñar la reforma electoral se convocará a la ciudadanía a expresar sus propuestas a través de audiencias, debates, redes sociales y una serie de encuestas donde supuestamente se recogerá el sentir del pueblo.

Los resultados se conocerán en octubre y en enero del 2026 se darán a conocer las conclusiones a la presidenta Sheinbaum, pero nada se dice de incluir en este proceso a las cámaras legislativas que a final de cuentas serán las que voten cualquier cambio en las leyes electorales.

Como el pasado es prólogo, es de esperar en esta era morenista que se realice una gran encuesta o votación nacional para que el "pueblo sabio" apruebe las modificaciones electorales que la comisión palaciega decida llevar a cabo, previa palomeada de la inquilina del despacho presidencial.

Aunque podría ser al revés, la presidenta Sheinbaum quizás decida enviar una iniciativa electoral al Congreso para ser aprobada sin cambiar una sola coma.

Al final del día al pueblo se le dará atole con el dedo, la reforma será fraguada desde las altas esferas para beneficio de los poderosos como tantas veces ha ocurrido en México.

El régimen tiene prisa en llevar a cabo la reforma porque necesita tapar todos los huecos posibles que amenazan su triunfo en las elecciones del 2030.

Pareciera que México está siguiendo un manual dictado de algún vetusto escritorio de La Habana o Caracas donde lograron tiempo atrás consumar un sistema autoritario de partido único sin interferencias ni las molestias de los latosos opositores.

NOTICIA FINAL…

Los seguidores de Los Dodgers de Los Ángeles están devastados al perder -al menos momentáneamente- el liderazgo en la división oeste de la Liga Nacional, pero los fanáticos de los Padres de San Diego andan chiflados porque tomaron el ansiado liderato en una racha espectacular. Este viernes inician serie en el Dodgers Stadium donde arderá Troya.

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Escrito en: Actitudes Columnas Editorial José Santiago Healy

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