
FOTOS: Ramón Sotomayor
En su taller hay manchas de colores sobre el piso y la mesa; huellas de la creación. Botellas de acrílico y tubos de óleo reposan en un estante. Un lienzo blanco cuelga del caballete, tiene la figura de una mujer con cabeza de garza y alas de mariposa. Román Eguía (Torreón, 1980) trabaja en él, será su próximo cuadro. “Todo lo que hago es un jardín”, expresa mientras carga un ejemplar de su libro ‘Verdad’, el cual, nutrido con su producción artística de la última década, tendrá su presentación este miércoles 13 de agosto, a las 19:00 horas, en el auditorio del Museo Arocena. El evento contará con la moderación de Aldo Valdés.
Poseedor de una voz pictórica propia, Román Eguía es uno de los artistas más prolíficos de la región. Tuvo su origen en el grabado, pero en la actualidad también explora diversas técnicas como el óleo, el acrílico, la cerámica, la pluma Bic y la escultura. Múltiples premios respaldan su currículum. México, Estados Unidos, Portugal, España, Canadá y Cuba, son países que han recibido sus creaciones. Algunos de sus cuadros forman parte de colecciones públicas y privadas como el Georgia Museum of Art de la Universidad de Georgia (Estados Unidos), la Colección del Fondo Venezolano para las Artes en Nueva York (Estados Unidos) y la Fundación Sebastián (México).
“Para tener una voz personal, te tienes que conocer. Tienes que hacer un trabajo de introspección. Y a muchos artistas lo que les pasa, que es muy difícil quitárselo, es la carga de sus maestros. Según ellos te enseñan a hacer las cosas, y está bien. Pero luego tienes que empezar a hacerlo a tu manera y eso es bien complicado, porque es como empezar a caminar solo”.
El proyecto de su libro también incluye un proceso curatorial. Román Eguía lleva trabajando en él desde principios de año. Ha impreso 150 ejemplares que forman parte de una primera edición limitada. El diseño es crédito del también artista Dan Torres, las fotografías de Armando Aragón, mientras que dentro se pueden leer textos de Miguel Canseco y Edgar Oceransky. Las 156 obras incluidas no siguen un orden cronológico.
“No me interesaba un orden cronológico. No es exactamente una bitácora razonada en cuestiones de tiempo. Me gustaba más pensar en diálogos entre las imágenes. Todas seguramente tienen cosas en común. Las piedras flotando, por ejemplo. De repente hay mucha ingravidez en muchos de los elementos que están en el libro”.
Román Eguía es apasionado de los formatos circulares y de las líneas que distinguen a sus obras. Se destaca el empleo de la naturaleza, la combinación de aves con rostros, ojos y manos humanas. Hay fusiones de arte clásico y art pop, intervenciones a obras maestras como La Gioconda, ánime japonés, etcétera. “Sublimar es la labor del artista, volatizar la pesada realidad o materializar el humo del pensamiento en perenne roca. Román Eguía lo sabe muy bien y lo hace con maestría”, escribe Oceransky al inicio del volumen.
Hay que remitirse al origen para generar esa voz propia. Y en determinado momento apartarse, tomar distancia. Ser artista implica evolución constante. El discurso del creador cambia porque su entorno también se transforma. Román Eguía sabe que no puede ser indiferente al devenir del tiempo. Si el mundo da un paso, él debe dar otro.
“Una carrera como el arte es una carrera hasta que te mueras. Me imagino que me quedan como cuarenta años para seguir produciendo y no me imagino haciendo las cosas como las hago ahorita. Yo me imagino cambiando. Lo que hago ahora no se parece a lo que hacía hace diez años. Y espero que lo que haré en diez años no se parezca a lo que hago ahorita, porque es una cuestión de actitud, de estar todo el tiempo cuestionándote si realmente esa es la manera en la que ahorita conviene hacer las cosas”.
El artista, reflexiona Román Eguía, es una combinación de varios factores, entre ellos su técnica, intereses e historia, pero también le influyen los avances tecnológicos, las redes sociales y la inteligencia artificial. Y él debe permitir que eso le influya, pero evitar la necedad de que tiempo cambie y no se registre evolución alguna.
FOTOS: Ramón Sotomayor