
Imagen: Unsplash/ Igor Rodrígues.
Hay momentos en los que reír parece un acto de traición. Cuando el dolor aprieta, cuando la pérdida se instala, cuando el caos nosdescoloca… ¿cómo puede la risa tener cabida? Y sin embargo, ahí está: a veces tímida, a veces explosiva, a veces incómoda. Aparece como una grieta en la solemnidad, como un respiro en medio del duelo, como una forma de seguir viviendo cuandotodo parece detenido.
Lejos de ser una evasión, el humor puede convertirse en una herramienta poderosa para la resiliencia. No se trata de negar el sufrimiento, sino de encontrar una manera de habitarlo sin quedar atrapados. Reír no es olvidar, es recordar desde otro lugar.
RESIGNIFICAR LO TRÁGICO
La vida está hecha de historias. Algunas nos enorgullecen, otras nos duelen, y muchas simplemente nos descolocan. Pero lo que realmente importa no es lo que pasó, sino cómo lo contamos. El humor tiene la capacidad de transformar una experiencia dolorosa en una anécdota compartida, una equivocación en una enseñanza, una pérdida en unrecuerdo que libera.
Quienes logran reírse de sus propios errores no están minimizándolos, están construyendo con ellos una narrativa vital más flexible y útil.
Curiosamente, las personas que no se toman tan en serio a sí mismas suelen proyectar mayor seguridad. No porque se desvaloricen; al contrario, se reconocen humanas, imperfectas. El humor sobre uno mismo no es autocrítica destructiva, es aceptación activa.
Reír de nuestras propias contradicciones, torpezas o manías nos libera del peso de la perfección. Nos permite mostrarnos auténticos, accesibles y reales. Y esa autenticidad genera confianza, tanto en uno mismo como en los demás. El humor, bienusado, es una forma de autoestima.
DUELO Y ACEPTACIÓN
El duelo es un proceso complejo, íntimo y profundamente humano. En él conviven la tristeza, la nostalgia, la rabia y, a veces, la risa. Hay quienes se sienten culpables por reír mientras atraviesan una pérdida, como si eso implicara olvidar o dejar de amar. Pero elhumor no borra el vínculo, lo transforma.
Reír en medio del duelo puede ser una manera de aceptar lo irreversible sin rendirse a la desesperanza; de decir: “Esto duele, pero sigo aquí”. Nos permite conectar con la memoria desde el afecto, no desde la ausencia. Y en ese gesto se hace posible seguir adelante sin dejar atrás.
PROCESO PSICOLÓGICO
Desde el psicoanálisis clásico, Freud abordó el humor como una forma sofisticada de defensa frente al sufrimiento. Lo describía como una estrategia del Yo para generar menos afectos negativos ante situaciones dolorosas. Es decir, permite al sujetoenfrentar lo trágico sin sucumbir emocionalmente, produciendo una “ganancia de placer” que proviene de “ahorrarse” la angustia.
Freud distingue el humor del chiste y la ironía, subrayando que este implica una actitud interna que transforma la vivencia. Por ejemplo, cuando en una circunstancia adversa alguien dice: “Uff, ¡qué bien empieza la semana!”, está utilizando el sarcasmo como una afirmación del Yo frente a lo inevitable. No se trata de negar la realidad, sino de posicionarse ante ella con una actitud que preserva la integridad psíquica.
En este sentido, el humor se entiede como una función adaptativa, y aquí entra en juego la teoría de Leopold Bellak, quien propone el concepto de Regresión Adaptativa al Servicio del Yo (RASY).
La idea central de este proceso es que el Yo puede permitirse ciertas fantasías, creatividad, juegos o incluso sueños despiertos, siempre que estos sirvan al funcionamiento saludable del individuo. Esto significa que reír o jugar con lo absurdo son formas regresivas, pero útiles, de enfrentar la realidad sin perder contacto con ella. Es una regresión que no desorganiza, sino que flexibiliza.
Esta función describe la capacidad del Yo para modular las emociones, integrar experiencias y mantener la cohesión interna frente a estímulos externos o internos disruptivos.
El humor, desde esta perspectiva, es una expresión de RASY: permite al sujeto resignificar lo vivido sin quedar atrapado en el trauma y proyectar una imagen de sí mismo más segura. Es un modo de regulación emocional que no evade, sino que transforma. Y no es sólo una herramienta social o comunicativa, sino una manifestación de salud mental.
LA RISA COMO PRÁCTICA DE SALUD MENTAL
Desde la psicología contextual, especialmente en enfoques como el de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), el humor puede entenderse como una práctica de defusión cognitiva; es decir, una manera de tomar distancia de los pensamientos sin luchar contra ellos. Reír de una idea dolorosa no la elimina, pero la vuelve menos rígida y menos amenazante.
El humor también facilita el contacto con el momento presente, con lo que hay aquí y ahora, ayudándonos a no quedar atrapados en el pasado o anticipando el futuro. Nos conecta con nuestros valores, con lo que importa, incluso en medio del dolor. En ese sentido, reír es un acto de presencia.
El humor no es frivolidad. Es profundidad con ligereza. Es un modo de resistir sin endurecerse, de aceptar sin resignarse, de recordar sin romperse. Reír en medio de lo trágico no es una falta de respeto, es una forma de respeto por la vida misma.
Cultivar el humor como parte de nuestra salud emocional no significa evitar el dolor, sino aprender a convivir con él sin perder la capacidad de disfrutar, de conectar, de seguir. Porque al final, reír también es una forma de amar.