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Reforma judicial: ¿qué viene después del 1 de septiembre?

LUIS PEREDA

El próximo lunes tomarán posesión de su cargo las y los jueces, magistrados y ministros electos a través de un proceso de votación inédito, y profundamente cuestionado.

No es difícil anticipar que la toma de protesta será un evento ampliamente difundido por los medios de comunicación y que será la oportunidad para que políticos de todo el espectro hagan decenas de declaraciones triunfalistas o fatalistas, según su propia agenda. Pero una vez concluido ese día, ¿qué sigue?

Aquí mi respuesta a esta inevitable pregunta.

Nuestro Derecho va a cambiar, no porque nuestros legisladores vayan a reescribirlo (esa tarea los rebaza), sino porque el interpretador último del Derecho cambió. Nuevos jueces, nuevos criterios. Sobre todo, si tienen muy claro el mensaje (oficial) de que lo anterior desentona con el régimen actual. El cambio será paulatino, pero inexorable. Al modificar criterios, competencias e interpretaciones jurisdiccionales, el nuevo Derecho se filtrará poco a poco desde la judicatura al foro y de ahí a la doctrina y de ahí a las universidades. Ese nuevo Derecho será menos creativo en lo sustantivo (defensa del derecho a la libertad de expresión) y mucho más creativo en lo intrascendente (derecho a la custodia compartida de perros y gatos).

Desde el punto de vista de los litigantes, los juicios serán más tortuosos debido a la inexperiencia y el desconocimiento de los recién llegados, las vacantes de personal, la necesidad de los recién llegados de pedir línea, el deseo de conseguir el visto bueno antes de emitir sentencia para no poner en riesgo la chamba, etc. Y de la mano de esto: más sentencias de menor calidad (Quod natura non dat, ChatGPT non praestat).

El gobierno va a perder menos juicios, porque todo juez racional (y consiente de la existencia del Tribunal de Disciplina Judicial) lo pensará dos veces antes de emitir una sentencia en materia fiscal, salud, competencia económica, ambiental o de telecomunicaciones que sea contraria a las finanzas públicas, aunque sea protectora de derechos humanos.

El clima organizacional al interior de Poder Judicial de la Federación (PJF) será complicado. Quien haya intentado administrar una institución donde hay una mixtura de desánimo, enojo, añoranza, frustración y tristeza sabrá de lo que hablo. Si a eso se le suma despidos, una actitud de revanchismo o refundación por parte de los recién llegados y la introducción de una austeridad mal entendida, producto más de la carencia que de la eficiencia (y con un fuerte tufo a doble moral), el caldo explosivo está listo. No tengo duda de que la mayoría de las y los trabajadores del PJF son profesiones que saben poner su vocación de servicio por encima de sus emociones, pero las emociones también cuentan.

Se formarán nuevas alianzas para el 2027. A partir del próximo lunes lo único que importará son las elecciones del 2027, y ahora hay nuevos jugadores en el tablero. Todos los actores políticos relevantes buscarán fortalecer sus equipos y los jueces-candidatos sin estandarte buscarán el respaldo de un padrino o madrina que le entienda al juego, porque uno nunca sabe cuándo se puede necesitar, más ahora que se demostró que eso de la "inamovilidad" es relativo.

Ahora que todos podrán presumir el mismo origen "democrático", iniciará una competencia intra e inter órganos en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el Tribunal de Disciplina Judicial y la Suprema Corte de Justicia de la Nación para conseguir más control e influencia al interior del PJF, comenzando por la integración y control del órgano de administración de los recursos humanos, materiales, tecnológicos, financieros y presupuestales.

Dado que funcionan, los acordeones se multiplicarán. Gracias al aval de la sala superior del Tribunal Electoral, la planeación del diseño y contenido de los acordeones para la elección de personas juzgadoras iniciará desde ahora, junto con la búsqueda de recursos para su impresión y distribución. No me extrañaría que la próxima reforma electoral les dé carta de naturalización.

Habrá nuevas convocatorias para personas juzgadoras, más detalladas y casuísticas (aunque no necesariamente más claras).

Los comités de evaluación serán re-pensados. Habrá nuevas reglas (no necesariamente mejores) para la designación, organización y funcionamiento de los comités de evaluación pertenecientes a cada uno de los poderes.

Los despachos de abogados, para sobrevivir, se adaptarán al entorno; el cual incluye nuevas reglas, nuevos jugadores, y por supuesto, nuevos gestores con derecho de picaporte, así como nuevos usos y costumbres.

La elección ya se celebró, pero la reforma judicial apenas empieza.

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