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¿Qué es Estados Unidos hoy para China?

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

En los últimos años, es común escuchar en Europa y América lo que China es, o representa, para Estados Unidos. Un socio aprovechado. Un competidor desleal. Un desafío sistémico. Un rival geopolítico, económico y tecnológico. Pero muy poco escuchamos lo que Estados Unidos significa para China. Y dado que nos encontramos en un momento en el que la hegemonía estadounidense se repliega y la potencia asiática está a punto de consumar su ascenso a la cima, merece nuestra atención averiguar qué lugar ocupa Estados Unidos en la visión de futuro de China. Para saberlo, debemos revisar cuatro iniciativas con las que Pekín pretende darle forma a un nuevo mundo, un mundo post hegemonía estadounidense.

La primera de ellas es la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR). Con su lanzamiento en 2013 el presidente Xi Jinping inauguró su mandato presidencial, en medio de la recuperación global de la crisis de 2008-2009. Se trata de un proyecto geoeconómico enfocado en la construcción de infraestructuras de conectividad a través de Eurasia, África e incluso América Latina. Lo conforman un cinturón terrestre, conocido como la Nueva Ruta de la Seda, nombre que evoca la milenaria ruta que conectó a China con el Imperio romano, y una ruta marítima, que recuerda a la vieja ruta de las especias. El objetivo oficial es impulsar el comercio, la inversión y el desarrollo compartido centrado en China mediante la integración física de mercados: puertos, ferrocarriles, carreteras, oleoductos, redes digitales, etc.

En 2021, en plena pandemia, el presidente Xi anunció la Iniciativa de Desarrollo Global (IDG) para colocar el desarrollo sostenible en el centro de la agenda internacional. El objetivo es consolidar a China como amigo e impulsor del Sur Global y proyectar la imagen de gran potencia responsable y contrapeso a la narrativa occidental. Estratégicamente, permite a Pekín liderar la agenda del desarrollo internacional apropiándose del discurso de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU. En términos prácticos, la IDG persigue alinear la cooperación china con las necesidades de países en desarrollo en ámbitos como reducción de pobreza, seguridad alimentaria, salud pública, financiación climática, educación, transformación digital, etc. Además, la IDG sirve para reivindicar un enfoque alternativo en derechos humanos, con énfasis en el derecho al desarrollo económico frente al énfasis occidental en derechos civiles y políticos.

La Iniciativa de Seguridad Global (ISG) fue propuesta por Xi Jinping en abril de 2022, dos meses después de la invasión de Rusia a Ucrania, como una apuesta para reformular la arquitectura de seguridad internacional conforme a principios distintos de los vigentes bajo la hegemonía occidental. Según Pekín, el mundo debe "abandonar la mentalidad de Guerra Fría" y buscar una seguridad común mediante el diálogo, sin la formación de bloques enfrentados. La ISG persigue eliminar las causas profundas de los conflictos internacionales y mejorar la gobernanza de la seguridad global, al ofrecer una "solución china" frente a la teoría de seguridad geopolítica occidental. En la práctica, la ISG equivale a desafiar los fundamentos del sistema de alianzas liderado por Estados Unidos y la noción de seguridad basada en la superioridad militar de un bloque.

La cuarta es la Iniciativa de Civilización Global (ICG), que presentó el presidente chino en marzo de 2023, siete meses antes de la nueva escalada bélica de Israel y Occidente contra Palestina y el Eje de la Resistencia. La ICG amplía la visión china al terreno cultural e ideológico. La IFR es el eje impulsor del crecimiento económico con perspectiva china, la IDG aborda un enfoque de qué desarrollar y la ISG el cómo hacerlo de forma segura. La ICG pretende sentar las bases de cómo construir ese desarrollo en la diversidad. China propone que, en vez de dividir al mundo por sistemas de gobierno (democracias contra autocracias) o valores supuestamente universales (libertad de expresión, propiedad privada) como lo hace Occidente, se respete la diversidad de civilizaciones, se fomente el entendimiento mutuo y se rechace la superioridad cultural. Con la ICG Pekín pasa a la ofensiva ideológica: en vez de sólo defenderse de las críticas por violaciones a derechos humanos en su territorio, promueve una agenda propia de valores "comunes" que incluye desarrollo y orden, y cuestiona la autoridad moral de Occidente para dictar estándares.

El concepto clave que articula las cuatro iniciativas es el de crear una comunidad de destino (o futuro) compartido para la humanidad. China pretende dar forma a un mundo donde ninguna potencia imponga su modelo. Donde la prosperidad compartida sea la base de la paz. Donde las reglas globales se decidan colectivamente (no en Washington o Bruselas solamente). Y donde las civilizaciones coexistan sin choques. Un orden post-occidental en el sentido de que relativiza los valores occidentales y redistribuye el poder hacia Asia y el Sur. Un mundo multipolar de estados soberanos en el cual los más poderosos posean sus respectivas áreas de influencia. China se ve a sí misma como constructora y líder de un nuevo orden más justo y estable, donde actuará de guía, socio y garante. Pero el éxito de esta visión depende no sólo de las verdaderas intenciones chinas sino también de las dinámicas de interacción con Occidente, principalmente Estados Unidos.

¿Cómo ve China a Estados Unidos en estas iniciativas? Resulta interesante que Estados Unidos casi no aparece en las cuatro iniciativas de forma explícita. Pero el papel de la potencia americana constituye un trasfondo omnipresente. Dado que el actual orden internacional liberal fue construido bajo el liderazgo estadounidense, cualquier proyecto alternativo de China necesariamente debe posicionarse respecto a Washington, ya sea integrándolo, compitiendo con él o desplazándolo. El gigante asiático ofrece un lugar al titán americano en su visión, pero un lugar radicalmente distinto al que ha ocupado: ya no como hegemón unipolar sino como una potencia más en un concierto plural. Esto supone un ajuste histórico para Estados Unidos que no ocurrirá sin resistencia. Las cuatro iniciativas globales de China son, en el fondo, un manifiesto del orden post-americano que Pekín aspira a construir: un orden en el que Estados Unidos ni desaparece ni domina, sino que coexiste bajo nuevas reglas que limiten su poder. Lograr ese cambio pacíficamente es el gran desafío. Queda por ver si Washington encuentra acomodo en esa estructura o si la rivalidad entre ambas potencias impedirá tal ajuste, lo que derivará en una división del sistema internacional e, incluso, un eventual conflicto mundial.

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