Una palabra muy nueva es Procrastinar, y no se trata de que alguien está trinando de coraje, sino de otra cosa muy diferente que ahora abordamos.
El vocablo está compuesto del prefijo Pro (adelante), cras (mañana), tinus (sufijo que indica relación), y la terminación ar (usada para formar verbos). Todo esto nos hace descubrir que se trata de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, contrario a lo que nos recomienda un conocido refrán. Pero debemos poner atención en el hecho de que no se trata de una simple expresión de comportamiento cotidiano que se puede remediar con una recomendación, pues en la actualidad la conducta recurrente relacionada con esta inacción es considerada por psiquiatras y psicólogos como un desorden o enfermedad de la voluntad, que es semejante a las enfermedades mentales, y tratada por estos profesionales de la salud.
Los filólogos dicen que esta palabra procede del verbo latino Procrastinare, pero no recuerdo haberlo leído en alguna obra clásica escrita en la lengua de Ovidio, tampoco la encuentro en los diccionarios. Yo creo que no existía esa palabra en latín, o por lo menos que no se escribió en ninguna de las obras que llamamos clásicas, ni siquiera en las tardías. Si usted la encuentra en un libro escrito antes del siglo XIV, por favor avíseme. Entonces podemos ver que se trata de un neologismo elaborado con elementos válidos de la lengua latina, que ha sido acuñado recientemente. Debemos recordar que el latín es una lengua muerta, por consiguiente, no es lícito acuñar palabras en ese idioma, por esa razón considero que la voz no viene del latín como algunos afirman, sino que se sintetizó con vocablos latinos para expresar de una nueva manera un fenómeno antiguo y conocido, pero que se debate de un modo renovado y requiere de una palabra novedosa para distinguir este padecimiento de otros fenómenos conductuales ya conocidos y abordados de manera común, no científica.
Un Procrastinador es una persona que tiene el hábito de posponer deliberada e irracionalmente tareas o responsabilidades, a pesar de tener la oportunidad de realizarlas. No se trata simplemente de alguien que olvida una tarea, sino que realiza un acto consciente de retrasarlo, que puede afectar el trabajo, los estudios, las relaciones personales, la salud y la toma de decisiones, por eso se le considera una disfunción de la voluntad y es razonablemente necesario que el procrastinador sea tratado como paciente, pues la procrastinación puede generar estrés, ansiedad, pérdida de tiempo, disminución de la productividad, insatisfacción personal y problemas en las relaciones interpersonales.
En otros países, los mexicanos teníamos la fama de ser procrastinadores perpetuos, la figura del ranchero sentado al pie de un cacto, envuelto en una cobija y tapado con un sombrero ancho era muy conocida en Estados Unidos y Europa como símbolo del mexicano. La imagen era falaz, pues sabemos desde que hay estadísticas confiables, que los mexicanos trabajamos más horas que los norteamericanos, pero la imagen estaba ahí, hablando mal de nuestros connacionales que hacían trabajos duros como braceros en la Unión Americana.
Qué bueno que la flojera sea ahora tratada como un trastorno psicológico, así podemos remediar los males personales y sociales que este tipo de inacción provoca. En la Biblia encontramos muy sabios consejos para combatir la procrastinación, el libro de Los Proverbios es proverbial en este sentido, pues nos dice que "El alma del perezoso anhela y nada consigue, mientras que el alma de los diligentes se llena de abundancia". También alaba a "la mujer trabajadora, la que fervientemente labora todo el día para beneficio de su familia. Ella trabaja con sus manos y es como nave de mercader porque trae su pan desde lejos". El trabajo convierte a la mujer en sabia según este libro. Las ideas aquí consignadas están en el Elogio de la Mujer Virtuosa, muy buen ejemplo de terapia conta la procrastinación, no solamente de las féminas, sino de cualquier persona.
En la literatura tenemos ejemplos muy abundantes de procrastinación, como el de Hamlet, quien aplaza constantemente la venganza porque es una tarea abrumadora y compleja, ahí se genera su famoso monólogo "¿Ser o no ser?", una lucha interna en la que la acción se deja para mañana, se procrastina.