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Pedofilia

YAMIL DARWICH

El poco esfuerzo y pobres resultados de nuestros supuestos servidores públicos, han resultado ser un factor importante para el incremento de la pedofilia.

Los otros: la pobreza e ignorancia, que favorecen la aparición de tales enfermos mentales, influenciados por los antivalores del posmodernismo.

Es una enfermedad psicosocial, que presentan algunos de sus integrantes agrediendo a terceros; enfermos que muestran atracción hacia los menores de edad, buscando atender su erotismo desvirtuado e insatisfecho; forma parte de las patologías psicológicas llamadas parafilias, que pueden incluir al voyerismo -mirar subrepticiamente- o fetichismo -estimularse observado directamente con imágenes o diferentes objetos propiedad del elegido (a) para agredirla-.

Aunque la mayor incidencia se presenta contra menores del sexo femenino, casi el 8% de los casos se dan entre varones -no mayores a 17 años-, comúnmente infantes y preadolescentes. No deje de advertir los casos en que tales depredadores abusan a menores de 2 años.

La preocupación es mayor cuando se observa un marcado incremento de los casos de agresión pedófila; del año 2020 al 2023, se mostró un considerable aumento: de 791 a 9,802, crecimiento en más de doce veces.

Debe tomarse en cuenta que más del 90% de las agresiones se dan por integrantes mayores de la misma familia, quienes aprovechan la relación cercana con el menor para satisfacer sus tendencias patológicas.

Otros pedófilos pueden ser vecinos o personas cercanas a la familia; también son citados en las estadísticas los trabajadores escolares, desde encargados de limpieza, entrenadores y hasta profesores.

Como lee, la relación enferma con los menores llega a darse en lugares donde deberían ser cuidados y estar seguros.

El pedófilo (a) comúnmente presenta rasgos de personalidad insegura, muchos de ellos con complejo de inferioridad que les genera el temor para relacionarse con personas de su edad.

Algunos tienen el antecedente de haber sido acosados y/o abusados durante su infancia y presentan características difíciles de descubrir por su capacidad para ocultar su inclinación sexual y hasta llegar al abuso, aprovechando características propias de las costumbres de los familiares. Incluya las amistades.

Amenazar a los menores agredidos, despertándoles temores, son métodos frecuentes para lograr el abuso, logrando que los dañados no denuncien.

Los enfermos -más frecuentes los varones- tienen pensamientos recurrentes de fantasías eróticas con menores; presentan deficiente adaptación al medio laboral, social y hasta familiar.

Por ser severamente estigmatizados en la sociedad, tienden a encubrir sus reales tendencias, buscando asegurar su estado incógnito. Algunos son verdaderos maestros del abuso y el engaño.

El tratamiento está orientado al análisis psicológico, dando apoyo terapéutico en forma individual y en terapias grupales.

Son frecuentes los casos de abuso a menores por sus padrastros, tíos y otros cercanos, incluso abuelos y, en situaciones de dependencia económica de la madre, no es extraño que ella entre en la negación de la realidad o francamente eluda la responsabilidad del "darse cuenta".

La abusada -el abusado- callan por temor y no en pocos casos son acusados -acusadas- de mentir.

Otro terreno fértil para el acoso sexual a los menores, son los aportados por los medios de comunicación digital; celulares, computadoras y tabletas electrónicas, ofrecen al pedófilo la oportunidad de interactuar con ellos y, para lograrlo, utiliza diferentes tácticas: desde el envío de material fotográfico y/o pornográfico, hasta la comunicación escrita con el menor al que busca seducir.

Las insuficientes leyes de comunicación digital y la insuficiencia tecnológica para descubrir a los criminales son otros factores que favorecen a la pedofilia

Desafortunadamente, por parte de los mayores, la deseducación en el manejo de los medios digitales y la deficiente supervisión de su uso por los adultos, generan el ambiente propicio para la desinformación de los menores; en el caso de los adolescentes, por cuestiones biológicas propias -hormonales, de desarrollo psicológico y sociales- son fácilmente atacados con desinformación sobre temas de sexualidad, representando un peligro altamente accesible para los muchachos.

Es insuficiente el cuidado que la mayoría de los padres y/o mayores aplican. ¿Qué piensa?

Recordemos que el período de la adolescencia está caracterizado por los cambios en la búsqueda de la propia identidad; las emociones en esa edad, con necesidades de recibir respuestas a múltiples preguntas sobre sus cambios psicofisiológicos; las influencias recibidas en las relaciones sociales y escolares, les generan un verdadero "torbellino" en la mente, porque ellos ¡quieren saber!

En nuestro medio social, estamos en desventaja al no establecer una efectiva comunicación entre menores y mayores. Es frecuente el vacío de información en torno a la temática sexual y, los programas escolares, aún no cumplen con la necesidad de informar; así: ¿cómo vamos a educar los mayores, si nosotros mismos estamos deseducados?

Me pareció importante tratar el tema, luego de festejar "El Día del Niño" y, como siempre, cierro el Diálogo preguntándonos: ¿cómo estamos cuidando a nuestros menores de la familia?

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