
Paulo Galván. EL SIGLO DE TORREÓN / Ramón Sotomayor
El barrio se ha pintado de colores. Trazos en las paredes acentúan el tráfico sobre la calle Escobedo de la colonia Santa Rosa, en Gómez Palacio.
Como en una galería al aire libre, figuras de flora y fauna endémicas del desierto conviven con símbolos wixárikas como el peyote o el venado azul y otros motivos prehispánicos. Es la cosmovisión propuesta por el artista Paulo Galván, quien, junto a otros integrantes del colectivo TSO, se ha propuesto rescatar muros a través del arte.
Las obras de Paulo Galván se distinguen por el empleo de líneas coloridas que, desde su perspectiva, representan el fluir y el movimiento constante de la existencia. Otro elemento esencial es la naturaleza, a quien considera infinita, pues abarca mucho más allá de dónde puede llegar la mirada. Finalmente, está su apreciación del universo, el uso de los astros que son contrapunto ante los paisajes del desierto.
“Siempre me ha gustado lo visual. Yo creo que eso se lleva en la sangre. Somos multidisciplinarios, hacemos un poquito de todo, pero la pintura es la que más me mueve y la que más me gusta”.
Sí, se lleva en la sangre y en la calle. Su inicio fue el grafiti, luego exploró otras técnicas como los acrílicos sobre tela que cuelgan en las paredes de su estudio. Es autodidacta, aunque se ha nutrido de conocimiento en algún que otro taller de pintura. Todo lo relacionado con la Comarca Lagunera le inspira, el resultado pictórico en sus obras presenta trazos que su inconsciente han emergido como voces.
“Mi filosofía de vida es que me adapto a cualquier cosa, eso significa para mí el fluir. Lo manejo como colores sólidos, que es algo que viene entrando en el pop-art. Es un poco de todo eso en la propuesta, porque también uso un poco de ‘dripping’, que son los salpicados, que los uso en los fondos. Pero para mí más que nada es el fluir. Y lo puedo transformar en cualquier elemento, por ejemplo, a partir de tiritas puedo hacer un venado o un peyote”.
A Paulo Galván le gusta salir de la ciudad y encontrarse con la naturaleza lejos del bullicio, ya sea a solas o acompañado, en alguno de los paisajes que ofrece La Laguna. Pero también tiene un desarrollado sentido urbano y, junto a otros integrantes de TSO como Daster Rodríguez, Óscar de la H, Salvador Luévanos, Juan Carrillo, Eloy Zamora, Bonz, Maya, Diego Lavín y Lucky, ha puesto en marcha el proyecto Pintando el barrio.
“Otro proyecto que estamos haciendo con la comunidad es rehabilitar espacios públicos, rehabilitar los muros que están en deterioro a través de la misma propuesta que estamos manejando, con la naturaleza y la biodiversidad de la región”.
La intención es generar todo un recorrido donde se puedan apreciar murales, ya sea a pie, desde el autobús o el automóvil. Que la gente se acerque, cuestione, se relacione y al final tome el papel de espectador o incluso como participante.
“Esa es la esencia del arte urbano: al estar en la vía pública, tener una conexión con la gente. Si al principio se queda como de ‘¿qué están pintando?, ¡ya van a hacer sus cosas!’. Y conforme van viendo el avance y el proceso, llegan y empiezan a generar esa interacción”.
¿En dónde ver el último mural que pintó Paulo Galván en Gómez Palacio?
El más reciente de estos murales se localiza en la privada Benito Juárez y comenzó a pintarse apenas el sábado pasado. Dividido en dos paredes de 3 por 7 metros, la obra muestra a un gato montés asechando a una liebre que se ha escondido entre una nopalera. Galván comparte que se trata de la imagen del cazador y la presa, a su vez, una metáfora de la vida y también de la realidad dominada por el consumismo.
“Es el ciclo de la vida, un depredador que está viendo a una liebre. Son dos muros que están de frente. Si vas para un lado ves el gato montés y del otro lado está la liebre”.
La técnica empleada en los muros por estos artistas es mixta, se usa aerosol y acrílico. Hasta el momento han pintado seis muros, sin ningún tipo de ayuda gubernamental, siempre desde la trinchera independiente.