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Pato Palenque

ÁTICO

DENISE DRESSER

AMLO toleró y protegió al pato. Lo que diga Ovidio puede abrir investigaciones, cortar carreras y hundir a otras aves en el fango.

Si camina como pato, grazna como pato y nada como pato. es un pato. Pero este pato no es cualquiera. Es un Pato Palenque, sazonado con abrazos y blindado con omisiones. Un manjar degustado en la vida política mexicana, mientras en Washington huele a carne quemada. Y el ganso tiene nombre: los lazos no esclarecidos de López Obrador con el Cártel de Sinaloa. La receta fue escrita por el ex Presidente, y heredada a su chef, Claudia Sheinbaum. Ahora el platillo está chamuscando la cocina y quemándole las manos.

No se necesita una confesión firmada para entender lo que se ha cocinado durante más de seis años. Basta seguir el aroma del humo. El New York Times reveló que el Departamento de Justicia estadounidense investigó si el Cártel de Sinaloa financió la campaña de AMLO en 2006 y 2018. ¿Se probó? No. ¿Se cerró el caso? Tampoco. Quedó flotando como muchas verdades incómodas: a la espera.

Las señales son muchas y cada vez más difíciles de ignorar. La Red de Control de Crímenes Financieros de EU, FinCEN, emitió una alerta sobre el uso de instituciones como CIBanco, Intercam y Vector para lavar dinero del narcotráfico. ¿Quién regulaba a esos bancos? La Comisión Nacional Bancaria y de Valores. ¿Quién los dejó operar a sus anchas? El gobierno mexicano. Un silencio que habla. Un graznido que no se quiere oír.

Y luego está Marina del Pilar Ávila, gobernadora morenista de Baja California, a quien Estados Unidos le retiró la visa. La razón: presuntos vínculos suyos y de su esposo con el crimen organizado, específicamente con el cártel sinaloense. Otro dato que tampoco ha sido refutado con claridad. Otro color más en el plumaje del pato.

Súmese Rubén Rocha, gobernador de Sinaloa, acusado reiteradamente de tener relaciones cercanas con los grupos criminales que controlan el estado. AMLO lo ha defendido y Sheinbaum lo ha respaldado. El patrón se repite: los gobernadores de Morena son intocables, aunque los expedientes se amontonen y el pato huela a podrido.

La receta palencana fue escrita a mano con el trato preferencial que López Obrador dio al Cártel de Sinaloa. Su saludo a la madre de Joaquín El Chapo Guzmán en 2020 fue más que un gesto: fue un mensaje. Mandado en Badiraguato, sitio que el Presidente visitó más veces que hospitales en Guerrero. La foto de ese saludo se selló en la historia. La protección no fue un accidente, fue una línea política. El "abrazos, no balazos" nunca fue neutral: protegía a unos más que a otros.

En Palacio Nacional, AMLO toleró, protegió y normalizó al pato. Pero las presiones estadounidenses lo obligaron finalmente a actuar. La extradición de Ovidio Guzmán, tras una operación exprés, fue una rendición táctica. Y ahora que Ovidio se ha convertido en testigo colaborador de EU, el pato comenzará a cantar. Lo que diga puede abrir investigaciones, cortar carreras, hundir a otras aves en el fango.

Esa es la herencia que Claudia Sheinbaum recibe, y también su mayor riesgo. Ella ha querido mostrar otra cara: destrucción de laboratorios de fentanilo, acciones contra el huachicol, coordinación con autoridades de seguridad trumpistas. Pero mientras se toma fotos con Rubén Rocha Moya -el mismo día en que Ovidio anuncia su colaboración con la justicia estadounidense- el mensaje es claro: poco cambia. Desde Palenque, donde gobierna ahora en retiro activo, López Obrador trata de seguir controlando la cocina.

Trump ya fijó su postura ante lo que percibe como la pusilanimidad del gobierno mexicano. Habrá aranceles del 30% a productos mexicanos si el combate al narco no se intensifica. No es amenaza menor para un gobierno que enfrenta serios problemas para atraer la inversión y promover el crecimiento económico. La soberanía no se defiende con discursos desde Palacio Nacional, ni con giras al norte para tomarse la foto con aves de mal agüero, ni con críticas a la colaboración de Ovidio, el jilguero cantor. Se defiende rompiendo la receta que el propio AMLO escribió.

Sheinbaum necesita cambiar la gastronomía mexicana, y ofrecerle a la Casa Blanca paté de pato en bandeja de plata. Y eso implica romper con los acuerdos tácitos, con las miradas a otro lado, con los funcionarios y gobernadores que siguen obedeciendo órdenes de Palenque. Porque si no se empieza a desmembrar el pato engordado ahí, los estadounidenses van a entrar hasta la cocina. Y entonces no habrá soberanía defendida, sino país sometido.

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