Hace once años abrí las puertas de El Astillero Libros. No imaginaba entonces todo lo que iba a suceder ahí, ni la cantidad de personas, historias y experiencias que llegarían a formar parte de este lugar.
Con el tiempo, el espacio se convirtió, más allá de una librería, en un proyecto en torno a la cultura escrita, un punto de encuentro para lectoras y lectores, y una comunidad que ha crecido y cambiado junto conmigo, adaptándose a nuevas realidades sin perder el entusiasmo por los libros.
En estos once años hemos reunido un círculo de lectura de mujeres que lleva nueve años leyendo juntas, compartiendo reflexiones y creando vínculos significativos. Hemos organizado talleres, conversatorios, presentaciones de libros y charlas que nos han permitido aprender de autoras, autores y especialistas en literatura y humanidades. Aquí se han recomendado cientos de libros con la convicción de que una lectura puede abrir horizontes, acompañar procesos o cambiar perspectivas.
También nos hemos aventurado en el camino editorial. Cada publicación ha sido una oportunidad para sumar propuestas y temas a la conversación cultural de nuestra región y más allá.
Al mirar atrás, veo que El Astillero ha sido un proyecto en constante transformación. He aprendido que una librería no es estática sino fluida: crece, se reinventa, se adapta a quienes la habitan y a quienes la visitan. Lo que permanece es el compromiso con la literatura, con las humanidades y con las personas que le dan sentido.
Agradezco a los cientos de personas que han formado parte de esta historia: quienes han leído, conversado, impartido talleres, presentado libros o simplemente han estado presentes en distintos momentos. Gracias por hacer de El Astillero una comunidad viva y necesaria, un espacio que sigue siendo casa para quienes encuentran en los libros un lugar de encuentro.
Que los próximos años nos encuentren igual: rodeados de lecturas, aprendizajes y motivos para seguir reuniéndonos alrededor de las palabras.