Las redadas y deportaciones contra indocumentados realizadas en las últimas dos semanas en California y otros estados de la Unión Americana han creado una gran psicosis entre mexicanos, latinos y asiáticos, principalmente.
Las redadas no son nuevas en la historia de Estados Unidos y digamos que los paisanos sin documentos están acostumbrados a sortearlas con singular éxito.
Sin embargo, existen ahora dos factores adicionales que podrían afectar gravemente a la comunidad hispana y en especial a los mexicanos que viven allende del Bravo.
La primera es el discurso cada vez más agresivo y discriminatorio por parte del presidente Donald Trump en contra de los indocumentados, en especial de California.
En días pasados dijo que la ciudad de Los Ángeles "ha sido invadida y ocupada por extranjeros y criminales ilegales".
Se trata de una terrible mentira además de aberración. Quien ha viajado en fecha reciente a esa ciudad podrá advertir que nuestros paisanos trabajan en todos los frentes: hoteles, restaurantes, aeropuertos, centros comerciales, incluso en escuelas y oficinas públicas.
Y lo hacen con gran profesionalismo y con una calidad de servicio que ya la quisieran otros grupos étnicos de Norteamérica, incluyendo los anglosajones.
Los criminales, que los hay también de todas las razas, andan en las calles, suburbios y bares de mala muerte, pero no en los centros de trabajo legales.
Por ello han sido tan detestadas las redadas, en San Diego en una tarde normal un grupo de agentes del ICE (Inmigration and Custom Enforcement) irrumpió en el restaurante italiano Buona Forchetta para arrestar a cerca de veinte empleados presuntamente sin papeles para trabajar.
Fueron esposados y sacados por la fuerza lo que originó airadas protestas de la comunidad en general, ¿qué necesidad de tanta agresividad y prepotencia policiaca?
Evidentemente el objetivo es amedrentar a los trabajadores extranjeros y crear un ambiente adverso para mexicanos, latinos, asiáticos, árabes, entre otros grupos étnicos.
Muy parecido fue el inicio de la persecución judía en los tiempos del régimen nazi que concluyó con uno de los exterminios humanos más cuantiosos en la historia de la humanidad.
Bajo este clima seguramente aumentará el odio de norteamericanos contra extranjeros, el racismo es una realidad cultural en el vecino país y se acendra cuando los gobernantes lo promueven.
El segundo factor delicado es la protesta violenta que un grupo minúsculo realizó el pasado fin de semana en Los Ángeles.
Los sujetos que quemaron autos y que llevaban pasamontañas, ropa estrafalaria y banderas de México, no corresponden a la comunidad trabajadora de origen mexicano.
Quien sabe si alguien los infiltró o si estos delincuentes de origen desconocido aprovecharon el momento para dar rienda suelta a sus ínfulas violentas.
Los manifestantes cometieron el mismo error que la comunidad mexicana tuvo hace más de diez años cuando sacaron banderas de México en grandes protestas realizadas para demandar una reforma migratoria.
Esa acción echó por los suelos los avances logrados, la comunidad norteamericana al igual que ahora, reprobó el uso de banderas extranjeras por grupos que demandan su incorporación a los Estados Unidos.
No la tiene fácil la comunidad mexicana ante estas adversidades y enconos, sin embargo sabemos que un amplio sector de los estadounidenses reconocen a nuestros paisanos como gente de bien y trabajadora.
La presidenta Claudia Sheinbaum se reunirá por fin en los próximos días con Donald Trump. Abriguemos esperanzas para que de una manera diplomática pero firme ponga un alto a los desplantes contra nuestra comunidad por parte del inquilino de la Casa Blanca.
NOTICIA FINAL…
¿Cuándo se presentarán en las instancias legales las demandas pertinentes para investigar los excesos, omisiones y actos disparatados que realizó el expresidente Andrés Manuel López Obrador durante su polémico régimen?
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