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Otro escándalo internacional

Enrique Sada Sandoval

Conforme la Escuela clásica de Buen Gobierno, la Diplomacia se define como el arte y la práctica de llevar a cabo relaciones y negociaciones entre Estados-nación o grupos de interés internacionales a través del respeto, el tacto y la habilidad para resolver conflictos tanto como promover intereses comunes, centrándose en el diálogo como herramienta para construir puentes de cooperación entre dos o más países.

Según el Príncipe de Metternich, esta debe fundamentarse en el principio del equilibrio de poder y la estabilidad continental, buscando evitar revoluciones o conflictos a través de la cooperación entre las grandes potencias a través de un sistema de congresos y reuniones diplomáticas para resolver disputas y mantener el orden establecido para prevenir todo tipo de guerras.

Por su parte, Henry Kissinger como moldeador de esta herramienta durante el siglo XX asienta que la Diplomacia debe centrarse en la negociación o búsqueda de acuerdos entre naciones, priorizando el equilibrio de poder así como la estabilidad internacional desde un enfoque pragmático y realista, como Realpolitik del Canciller Bismark, donde los intereses nacionales y la seguridad son los principales motivadores, subrayando la importancia de una diplomacia triangular en que se utiliza la rivalidad entre grandes potencias para lograr objetivos específicos al igual que de una diplomacia itinerante, que sería la mediación activa entre conflictos.

Desde ambas perspectivas, aun y cuando se pudiera apelar a una opción sintética proveniente de ambas corrientes en lo que respecta a una definición, lo que queda claro desde estas dos posturas es que debido a su importancia para la vida tanto como para el desarrollo de las naciones, esta herramienta que es propia de la Gobernanza más fundamental no puede ni debe abandonarse en manos de quienes se encuentran intelectual y moralmente menos aptos para el desempeño de esta labor, debido a lo delicado de la misma.

Claro ejemplo de lo anterior en el sentido negativo lo hemos padecido los mexicanos tras las desafortunadas intervenciones del político Gerardo Fernández Noroña durante las últimas semanas, cuando como Presidente del Senado se manifestó "orgulloso" de las protestas violentas desatadas en Los Angeles, California; burlándose también del Senador Erick Shmitt quien en respuesta logró que incrementara un 5% de impuesto extra sobre las remesas que envían los paisanos en Estados Unidos a sus familias en nuestro país.

En consecuencia, varios activistas enviaron carta a Claudia Sheinbaum para pedir la renuncia de Fernández Noroña a la presidencia del Senado, pues a decir la Madre Buscadora Ceci Flores: "Sus palabras y acciones han sido un atentado constante contra el dolor de muchas víctimas en México; su burla no solo causa dolor, ahora la tendrán que pagar todos nuestros hermanos y hermanas que trabajan en EUA con el impuesto del 5% a las remesas".

Su último escándalo lo vino a escenificar desde medios afines al Gobierno que, bajo el titular "Noroña arremete contra Trump", lo mostraron enfundado en una mantilla o kufiya como la que utilizan los palestinos tanto como los terroristas de Hamas, abogando por la paz en Palestina, en el marco de la Segunda Conferencia Parlamentaria sobre Diálogo Interreligioso del Parlamento Europeo, en un pleno casi vacío, provocando críticas y burlas:

"Soy ateo… Me parece inconcebible el silencio que hay sobre lo que está pasando en Palestina, 18 mil niñas y niños asesinados por un Estado confesional, 18 mil mujeres, iglesias destruidas, mezquitas que son lugares sagrados, hospitales, escuelas...".

Lo anterior contrasta enormemente con los dichos públicos de quien todavía durante la pandemia del Covid-19-y presumiendo su ateísmo, igual que en esta ocasión-salió a burlarse de las víctimas abandonadas por el Gobierno al igual que de los creyentes contagiados o muertos, argumentando que estos deberían de estar contentos o tranquilos porque al final conocerían a Dios.

Aún y cuando el Diputado Federico Döring propuso la remoción de Fernández Noroña como presidente del Senado,esta decisión dependerá sin duda de Sheinbaum que ostenta los tres poderes bajo su mando, y quien como cabeza al frente de los mismos ya debe haber medido el costo político de los daños realizados por un individuo que carece de la capacidad y la calidad para encabezar la Cámara Alta o para hablar a nombre de México en el extranjero.

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Escrito en: Mirador

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