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Nuevo elogio de la duda

Diego Petersen Farah

En qué momento alguien que se cree o se dice de izquierda asume como causa la defensa del régimen de los ayatolas en Irán o asume que el bueno de la película en la invasión a Ucrania es el régimen autoritario de Putin, simplemente porque hace 40 años ahí existió un fracasado modelo de gobierno comunista, pero claramente de izquierda?

¿En que momento la derecha mexicana, vinculada por un lado al pensamiento católico y por otro al liberalismo económico, asume que personajes que atentan contra las libertades más esenciales, como Donald Trump o Javier Milei los representan o son capaces de promover viajes El Salvador para demostrarle al mundo que con campos de concentración como los de Bukele se logra a paz?

En la era de la polarización lo que importa no son las ideas ni los argumentos, sino quien es el enemigo y por tanto, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Si el enemigo es Trump o Israel hay que defender con todo al régimen de los ayatolas. Si el enemigo es el régimen cubano, el venezolano o el islamismo hay que aplaudir como focas a un régimen carnicero y criminal como el de Netanyahu.

En la era de las redes sociales tomar partido se ha convertido en una forma de pertenencia. ¿De qué lado estás?, ¿en qué equipo juegas?, ¿estás con nosotros o con los otros? El que no toma partido no participa, queda excluido del juego de la comunidad. No hay espacio para la duda ni para los matices. El otro no existe como sujeto, es solo parte de la masa enemiga. El que no piensa como nosotros no es digno de ser escuchado, hay que, minimizarlo, invisibilizarlo, destruirlo, aunque sea metafóricamente y si se puede materialmente, mejor.

En el juego de la polarización pensar, dudar, matizar es pecado. Dios vomita a los tibios, reza el apocalipsis ("Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca"). Las endiosadas redes, convertidas en el campo político por excelencia, también.

Imbecilizados, impuestos a no dudar y no pensar, los militantes activos en las redes sociales bailan al ritmo de las olas que hacen otros, unos otros de los suyos a los cuales no conoce más que por su avatar que lo dice todo y nada a la vez, simplificado en una imagen y una frase que lo acota, lo reduce y a la vez lo define: esto y solo esto ("Francotirador del vivir"; "Adoctrinamiento24/7; "Vivir es tomar partido", por citar algunos ejemplos que encontré a la pasada en X).

Estar en desacuerdo con las dos partes o en parte de acuerdo con ambas; exigir el derecho a la diferencia; aprender de quien piensa distinto; saber que no sabemos, no colocarse en ninguno de los extremos y exaltar la duda es hoy, curiosamente, mucho más disruptivo que ser extremista.

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