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Música en un suspiro

La música fácil

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

La música fácil

En el pasado, escuchar música era un evento extraordinario. Hasta el siglo XIX o XX, no había radio, ni televisión, ni internet. Para asistir a un concierto había que caminar o cabalgar horas, si no es que días. El pueblo sólo podía escuchar música sacra en las iglesias, pues los conciertos o la música de cámara estaban reservados, como su nombre lo dice, a las cámaras o habitaciones de palacios o residencias burguesas. Por mucho tiempo, la música fue un evento extraordinario y a veces único para la mayoría. El desarrollo del capitalismo y la revolución industrial, para bien o para mal, vinieron a ponerle precio a todo…, ¡a todo! Si genera utilidades, debe ser bueno. El problema aquí es que este paradigma llegó también a la estética y específicamente a la música.

Por un lado, la tecnología permitió llevar la música a más personas, haciendo de ésta una industria sumamente redituable. El Medio es el mensaje, decía Marshall McLuhan y por ello, hoy día vaciamos nuestra mente a los medios, sin importar el contenido. En fin, si es negocio, debe ser bello. "No hay mensaje sin medio…, sí puede, no obstante, existir un medio sin mensaje".... tal es la hoy llamada Música fácil o ligera.

El ejemplo más patente lo encontramos en el violinista y director de orquesta holandés André Rieu. Bajo una lluvia de globos en la arena Stadthalle de Viena, con más de 16 mil espectadores, Rieu se presenta con una descomunal orquesta de más de 100 músicos. El programa incluye Valses de Franz Lehar, canciones de Michael Jackson y para terminar el Danubio Azul que levanta a cientos de parejas a bailar en los pasillos en una fiesta multicolor. Con este tipo de eventos ha recaudado más de $96 millones de USD en un año, sólo detrás de U2 o Madonna. André Rieu, argumenta que la música clásica es un mundo lleno de engreídos al que hay que enfrentar, modificando las obras clásicas, haciéndolas más espectaculares y fáciles de consumir. Egresado de conservatorios en Holanda y Bélgica, Rieu sostiene que ama la música clásica, pero detesta la forma rígida en que se presenta. Éste forma de "hacer música", ha degenerado en otros temas como la Popópera, representada por Andrea Bocelli, Filippa Giordano e incluso los 3 tenores José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti cantando en estadios como Rockstars.

Al calce, debo mencionar que pasar la voz o el sonar de cualquier instrumento a través de un megáfono, inmediatamente genera un producto diferente. Aquí es cuando toma forma la frase de McLuhan, "el medio es el mensaje". Ante todo, este artista busca difundir el gusto por la música clásica, pero en sus términos.

Cito a Rieu: "Hay tantas otras cosas en la vida que tocar siete horas al día para dominar Tchaikovsky. Lo podría hacer, pero no quiero.  No quiero jugar ese juego". Ni él, ni nuestra sociedad, quiere jugar el juego del rigor y la disciplina. Preferimos lo simple, lo superficial: Un Beethoven fácil, un Strauss fácil, un Mozart fácil.

Es una paradoja, pues buscando un acercamiento de la música de concierto a los grandes públicos, lo único que ha hecho es alejarlos de un gusto fino y depurado.

En definitiva, aquel que estudie 7 horas al día para dominar Chaikovski, no recaudará $96 millones de USD, pero sí tendrá el gusto de armonizar su alma con un pequeño público a la luz del gran compositor ruso. La música fácil, no es un género inferior a la música de concierto…, es simplemente otro género.

"Comida chatarra en un Suspiro".

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