En México hay muy poca movilidad social. Esto lo ha analizado Roberto Vélez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias. Entre otras cosas, ha mostrado que, si se divide a la población por nivel de ingreso en cinco escalones, de quienes nacen en el escalón más bajo, sólo el 50 por ciento logra salir de ahí, pero de estos casi todos se quedan en el penúltimo escalón.
Un gobierno de izquierda, como se denominan en Morena, debería de estar preocupado por la movilidad social. No ha tenido una sola política pública para ayudar a los más pobres a convertirse en empresarios o profesionistas exitosos.
Incluso en Dinamarca pesa mucho la familia donde se nace. Pero es bien conocida la receta socialdemócrata: derechos sociales amplios y de calidad para que las contingencias de nacer en un hogar pobre pesen menos. Dos bienes públicos son clave. Primero, un sistema de salud pública que permita llegar en plenitud a la vida adulta y que, al proteger a todos, evite historias desgarradoras de vidas truncadas porque la familia agotó sus recursos por alguna enfermedad grave. Segundo, una educación de calidad con apoyos para estudiantes con menores ingresos. Y claro: crecimiento económico, sin el cual es imposible ampliar las posibilidades de desarrollo de los individuos.
El gobierno anterior impulsó una mejora en el salario real y aumentó las transferencias sociales. El mayor incremento del gasto público fue el de pensiones. Esto da un respiro, incluso importante, pero no sirve para incrementar la movilidad social. Los "abrazos, no balazos" para colmo fueron un obstáculo adicional para los individuos exitosos que viven en zonas asoladas por la extorsión criminal.
Al gobierno morenista no le preocupa ampliar las oportunidades de ascenso social vía el éxito en el mercado. Les suena neoliberal. Prefieren el mundo de los cuentos.
Ahora están celebrando, una vez más (AMLO lo hizo en el 2021), los 700 años de la fundación de Tenochtitlan. ¿Qué les atrae del régimen azteca? Según el artículo "How rich were the rich?" (2024) de Branko Milanovic, que compara la desigualdad a lo largo de la historia, el Imperio Azteca se encontraba entre los 6 regímenes más desiguales. El uno por ciento de la población tenía el 41.5 del ingreso; en la Nueva España era la mitad: el 21.4 por ciento.
Un artículo de Diego Castañeda y Erik Bengtsson: "Income inequality in Mexico, 1895-1940: industrialisation, revolution, institutions", da un pista interesante: el grupo ocupacional en el tercer lugar de ingresos para casi todo el periodo estudiado, después de los hacendados y los empresarios grandes, era el de los altos cargos de la burocracia. Para 1940 ya estaban en el segundo lugar. Los hacendados pasaron al tercero, tras la expropiación de sus tierras.
Esta es la movilidad social para Morena. Cargos públicos con ingresos muy superiores a los que obtendrían dados sus estudios, competencias y experiencia en el mercado laboral. Lo hemos visto en la reciente elección judicial y en las contrataciones de buena parte de la burocracia: importa mucho más la lealtad que la preparación.
Ahora bien, la verdadera movilidad social en este régimen está en otro lado: hacer negocios con el gobierno. Concentración de poder, opacidad y debilidad de la oposición llevan a mayor corrupción. Ya surgió una nueva clase empresarial donde se funden algunos de los nuevos gobernantes con sus amigos.
Por eso viajan. Fernández Noroña, gran comunicador con su base, dijo que criticar estos viajes "es pura hipocresía, puro racismo, puro clasismo". Suena a promesa para quienes los apoyan. Ahora puede viajar un grupo social que antes lo hacía menos o de plano no lo hacía.
También aclaró: "Además, lo pagas con tu dinero". Un dinero que tienen gracias a haber llegado al poder, por un buen salario, o bien, por los negocios que han hecho. ¿Cómo le llamaría AMLO a esto si estuviera en la oposición? Hipocresía, supongo.
@carloselizondom
ÁTICO
La mejora salarial y las transferencias sociales dan un respiro, pero no sirven para incrementar la movilidad social.