Este fantasma que vaga en la alta noche por los aposentos de la casona de Ábrego es un fantasma muy extraño: nadie lo ha visto nunca, sólo yo.
Todos se han encontrado con el fantasma de doña Mariquita de la Peña y Peña, que murió de tristeza cuando el novio que la iba a desposar fue asesinado por bandidos cuando venía a la boda.
No hay quien no haya mirado el espectro de don Ignacio Dávila y Valdés, antiguo propietario de la hacienda, que pasa haciendo sonar sus espuelas y su arrastrante espada de general que combatió a Vidaurri.
Aparición frecuente es la del niño Genarito, muerto de difteria a los 5 años, que busca por todos lados al tiempo que llama suplicante: “¡Mamá! ¡Mamá!”.
Al fantasma que dije solamente yo lo he visto. Creo saber por qué.
Ese fantasma soy yo.
¡Hasta mañana!...