Se dice que en una cueva del monte llamado el Coahuilón hay un tesoro escondido. Lo habrían dejado ahí los bandoleros que asaltaban en gavilla las haciendas y robaban las joyas y dineros de sus moradores. Perseguidos por los rurales llevaron su botín a esa cueva. Los hicieron prisioneros y los ahorcaron. A nadie dijeron del tesoro.
Inútilmente lo han buscado desde hace más de un siglo las gentes del Potrero y las venidas de otras partes. Ni siquiera han hallado la cueva. Sin embargo, una leyenda afirma que don Ignacio de la Peña y Peña soñó el lugar exacto donde la gruta se localizaba. La encontró, y a lomos de mula fue trayendo los cofres del tesoro. Decía que eran géneros que había comprado en el Saltillo. En verdad eran monedas de oro y plata, alhajas y otras cosas de valor que don Ignacio escondió en el sótano de su casa. Tal habría sido el origen de su fortuna. De ella, se cuenta, vivieron sus descendientes hasta la cuarta generación.
En la casona del Potrero hay un antiguo retrato de don Nacho. Vestido elegantemente, muestra una enigmática sonrisa. ¿Por qué sonríe? Quién sabe.
¡Hasta mañana!...