Soy un devoto aficionado a la ópera, ese hermoso, absurdo género en el cual la gente canta con un puñal clavado en el corazón o un tósigo mortal en el estómago.
La noche del sábado -dijo Benavente- se llevó a escena "El elixir de amor", de Donizetti, en el Teatro de la Ciudad de mi ciudad. La representación estuvo a cargo de la Compañía de Ópera de Saltillo, y el recinto, en el cual caben más de mil personas, estuvo lleno a su máxima capacidad, pues los saltillenses gustan de las cosas culturales.
Esa Compañía, me enorgullezco en decirlo, tuvo se semilla germinal en Radio Concierto, la difusora de mi familia, en el programa "Ópera sin anestesia", dirigido por Alejandro Reyes, talentoso músico. Ahora el grupo forma parte del Instituto Municipal de Cultura, a cargo de Lety Rodarte, la mejor promotora cultural que Coahuila ha tenido, y cuenta con el apoyo permanente del alcalde Javier Díaz, cuya labor ha sido de beneficio grande para la comunidad.
Excelentes solistas, espléndido coro y una magnífica orquesta nos regalaron una noche operística inolvidable. Aquí les doy las gracias.