El caballero sevillano siente el impulso de dar gracias a Dios por lo que anoche le sucedió, pero no sabe si ese agradecimiento le será grato al Señor.
He aquí que una gentil dama de cabellera bruna, tez nazarena y grandes sabidurías amorosas le ofreció su belleza de estatua. En el lecho le dijo Don Juan:
-Debiste haber venido hace 10 años. Entonces yo era todavía lo que ya no soy.
Respondió la mujer:
-Lo que la edad te niega puede dártelo la imaginación.
De la imaginación se valió el maduro galán, y dejó satisfecha a la señora. También él era dueño de vastos saberes de lecho.
Al despedirse le dijo ella:
-¿Lo ves? No hay edad para el amor.
Replicó Don Juan:
-Es cierto. Por eso hay amor para la edad.
¡Hasta mañana!...