LA TARDE ES GRIS Y NEBULOSA.
El sol ha desaparecido. Se diría que nunca ha habido sol.
La bruma se unta a las cosas y les da una apariencia fantasmal.
El pintor, sin embargo, no mira eso. Joven, enamorado, la tela que está pintando muestra un paisaje diferente. En su cuadro la tarde es clara y luminosa. El sol brilla en lo alto. La primavera se unta a las cosas y les da una apariencia primaveral.
Sucede entonces algo extraordinario. Se va la niebla y el sol reaparece. La bruma se disipa: las cosas vuelven a tomar su ser. La tarde es ahora como la que pintó en su tela el joven pintor enamorado.
Milagro no es ése de la juventud.
Milagro es ése del amor.