Le preguntan al caballero sevillano por qué no escribe sus memorias.
Responde: -Los caballeros no tenemos memoria. No podemos, por lo tanto, escribir nuestras memorias. Además, muchas de las damas que me sedujeron viven todavía. Y a veces pienso que todavía vivo yo.
Don Juan habitó un siglo en el cual los españoles eran dueños de buena espada y buena pluma. Igual que don Quijote, tenían en mucho lo mismo a las armas que a las letras. Pero el señor de Sevilla no se dedicó a escribir. Se dedicó a vivir. Ya otros escribirían acerca de lo que él vivió.
Ahora Don Juan ve que la tarde se va como se va la vida; que la vida se va como se va la tarde. Pero aún hay sol en las tapias, según dijo el hidalgo de la Mancha. A sus años una dama lo procura y le ofrece su belleza de estatua. Se pregunta Don Juan si será lícito dar gracias a Dios por ese hermoso don.
¡Hasta mañana!...