Tuve un amigo admirador de Hitler (de todo hay en la tiña del Señor). Declaraba que de no haber sido porque todo el mundo se conjuró en su contra el Führer habría conquistado todo el mundo.Yo le decía que de haber triunfado el nacionalsocialismo ni él ni yo habríamos seguido entre los vivos, pues no reuníamos las características del ario puro: ser alto como Hitler -que era de baja estatura-; rubio como Goebbels -que tenía pelo negro y tez aceitunada-, y esbelto como Göring, que era ventripotente, o sea panzón.Me inquieta el interés, y aun simpatía, que suscita en muchos ese monstruo causante de una guerra que llevó a la muerte a más de 50 millones de seres humanos, y cuya saña contra los judíos provocó el Holocausto, uno de los mayores crímenes en la historia de la humanidad.Suelo ver en las ferias del libro ejemplares de “Mi lucha” y posters con el retrato del desquiciado nazi o la odiosa figura de la cruz gamada, y me pregunto si hay en la criatura humana un fondo oscuro que hace a algunos admirar a un hombre como Hitler.Me gustaría saber que eso es fruto de la ignorancia, y no del mal.¡Hasta mañana!...