Llega el viajero a Portland Head, en Massachusetts, y mira el alto faro que eleva su estructura sobre las rocas donde golpea el mar.
Casi al pie de ese faro se estrelló el velero "Annie Maguire" el 24 de diciembre de 1888. Joshua Strout, el farero, se disponía a disfrutar con su familia el convivio de la Nochebuena cuando un tremendo estrépito se oyó entre el fragor de la tormenta. Era que el barco había chocado contra los arrecifes.
Strout, con su esposa y sus hijos, acudió en auxilio de los marineros, y todos -eran 15- se salvaron. Luego los invitó a cenar. En la mesa los náufragos dieron gracias al mismo tiempo por el don de la vida y por el don del pan.
Piensa el viajero que en cada tempestad hay siempre un faro, y para cada soledad una compañía. Al salir de Portland Head va recordando sus propias tempestades. Vuelve los ojos para mirar el faro, y su luz le recuerda que en cada naufragio de la vida tuvo siempre un faro salvador: la amada eterna.